EL ZOCO

Juan López Cohard

Educado, soso y aburrido

MUCHAS gracias señor Solbes; muchas gracias señor Pizarro. Pues eso, el esperado debate entre las dos estrellas destinadas, según quién gane las elecciones, a manejar el timón de la economía española, no pasó de ser muy educado, soso y aburrido. Dos personajes, dos estampas, dos formas de ver la política económica para conseguir un mismo fin, en definitiva, la pura esencia de las dos ópticas con las que se puede afrontar dicha política: equidad o eficacia, bienestar medido en términos de calidad o en términos de cantidad de las rentas disponibles.

Solbes, pausado, pedagógico, como corresponde al profesor, viejo político curtido en las lides de la macroeconomía, se mostró hábil, seguro y firme en la convicción de lo que ha venido manteniendo: España va bien. Defendió la política económica llevada a cabo por el Gobierno en esta legislatura y de la que él ha sido responsable sólo en parte, ya que otra le ha sido dictada por la Oficina Económica del Presidente. Salió airoso del debate afrontándolo con más energía de lo que se esperaba. Pizarro, elegante, tranquilo en parte, dejando notar en ocasiones su bisoñez en la contienda política y seguro de si mismo, como corresponde a un experto y exitoso empresario, puso de manifiesto los derroteros por los que camina nuestra economía en estos momentos. Lo hizo bien dado lo prematuro, dentro de su carrera política, del debut en una de las corridas más importantes de la fiesta electoral.

Uno y otro salieron airosos del debate, aunque se le diese mediaticamente un absurdo carácter de competición, con una encuesta final para determinar el vencedor. No obstante, Pizarro perdió una excelente oportunidad para ganar puntos, al contestar con banalidades, cuando Solbes le invitó a explicar cómo podía realizar su propuesta de reducción del gasto público a fin de reducir impuestos. Cuatro fueron los supuestos en los que se basó Pizarro para conseguirlo: eliminación del Ministerio de la Vivienda, de la Oficina Económica del Presidente, el piso del ministro Bermejo y "no pagar terroristas". Quiero pensar que quiso hacer un chiste y le salió con muy poca gracia. Es cierto que el citado Ministerio ha sido de dudosa eficacia, que la igualmente citada Oficina Económica ha entorpecido más que ayudado a la política económica diseñada por Solbes y que lo del piso de Bermejo es, a lo más, reprobable, pero ninguno es sustancial para contestar a la pregunta. Y, en cuanto a la alusión al pago del terrorismo, es una demagógica, inaceptable y absurda contestación a la pregunta de cómo reducir el gasto público. Es un exabrupto impropio, inconveniente, imprudente, inoportuno y desacertado. Por ello, lo he entendido como un chiste de mal gusto, porque no puedo creer que en el PP se considere que desde el Gobierno se ha pagado al terrorismo. Una cosa es no estar de acuerdo con su política antiterrorista y otra hacer una alusión de este tipo. Quitando esto, lo dicho, educado, soso y aburrido. Los españoles nos hemos quedado igual, cogiendo el paraguas por lo que pueda venir.

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