El rebalaje

laura / teruel

Embarazo andaluz

SÓLO cuando has pasado por ello entiendes que lo mejor que pueden desearte es que sea una hora cortita y cómo martillea el eco de la maldición bíblica que canta Pedro Guerra: "parirás con dolor". El preñado y el parto igualan a todas las mujeres -reinas y paradas- ante algo que nadie puede resolver por ellas y frente a lo que, en última instancia, están solas. Salvo que la barriga sea de la presidenta de la Junta de Andalucía y, entonces, surgen voces para convertir el asunto en una maternidad autonómica.

La progresiva incorporación de mujeres a la política, sustentada en criterios de igualdad o aprovechamiento del talento según la profesora Arantxa Elizondo, ha contribuido a derribar tópicos -como que llevan mejor carteras como salud o educación- y a mostrar que pueden ser tan capaces o incapaces como los hombres. Nos hallamos ahora en un segundo paso del camino hacia la igualdad: en el que éstas no deban renunciar a sus derechos de género. La extraordinaria serie Borgen muestra el día a día de la primera ministra danesa y cómo intenta conciliar su vida familiar con su exigente trabajo. Es un ejemplo perfecto porque, nunca antes, en ningún otro drama político protagonizado por hombres, este tema ha tenido cabida.

En el caso de Susana Díaz, tome la decisión que tome, será tachada de mala presidenta o mala madre, no tiene escapatoria. La presidenta ha ejercido hasta las 40 semanas y en Sevilla, con una canícula criminal. Ya le habían hecho el carnet de socia de honor del malagueño Club de las Malas Madres pues con ello respalda a quienes creen que siempre se puede trabajar embarazada hasta la boca; para compensar ha anunciado que cogerá baja maternal. Hay que ser realistas y entender que, por ejemplo, una autónoma no suele exprimir la baja de maternidad y que la presidenta de la Junta acorte este periodo. Pero no es de recibo que lo reduzca a un par de semanas -por no hablar de días como hizo Soraya Sáenz de Santamaría- escudada en que el padre tomará el resto porque ambos periodos no deberían ser incompatibles sino, al contrario, obligatorios. Díaz y Andalucía tienen la oportunidad de demostrar que la maternidad es conciliable con la política siempre que se trabaje en equipo, se crea de verdad en la igualdad y no se aproveche como arma arrojadiza de la oposición.

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