PASAN los meses y desde fuera se observa que los partidos emergentes, aquellos que se presentan como garantes de la higiene democrática, caen en los mismos errores que sus hermanos mayores. Sólo así explica que a Albert Rivera no le incomode que un eurodiputado de Ciudadanos tenga un asesor imputado por presunto fraude fiscal porque forme parte de su esfera personal. Su explicación sonaba a la defensa que tanto el PSOE como el PP plantean a diario. Tampoco creo que el acercamiento con el PSOE en Andalucía le beneficie en las próximas elecciones municipales y ya hay cargos del partido naranja que se temen que la partida de ajedrez de San Telmo sea apreciada entre su electorado como una traición. En el caso de Podemos, la formación de Pablo Iglesias comienza a sufrir el acoso que ha recibido -durísimo en algunos casos- y errores de bulto como la gestión del caso Monedero, que la semana pasada presentó su dimisión renegando precisamente de la deriva en la que había entrado la formación en los últimos tiempos, señalando expresamente el peor de los pecados que puede cometer Podemos: perder los principios y la "frescura" de su "origen" para "parecerse" a "lo que queremos sustituir", los partidos de la casta.

Este declive que comienza a apreciar el electorado beneficia sin lugar a dudas a los dos partidos mayoritarios, que en el caso de la provincia de Málaga gobiernan con amplias mayorías absolutas hasta en 57 municipios. Sin lugar a dudas, el panorama político que se dibuje tras el 24-M será diferente y los resultados pueden dejar tocado a más de uno. Apasionante, por ejemplo, se puede presentar la batalla por la Diputación y el arte de la negociación para presidirla.

Todo ello en la semana en la que comienza la campaña electoral, aunque más de uno puede pensar que siempre vivimos en época de promesas. Sólo así explica que Francisco de la Torre plantee ahora soterrar el Metro al Civil usándolo así como arma electoral. Para él los acuerdos no están para cumplirlos. Creo sinceramente que muy pocas personas pueden presumir de conocer mejor la ciudad que el alcalde, pero si a finales de 2013 firmó el protocolo que garantizaba la viabilidad del proyecto, ¿por qué ahora da marcha atrás? Seguramente que por un puñado de votos. Los mismos que pueden hacer que pierda la mayoría absoluta, aunque en la Casona del Parque parece que están muy tranquilos con los resultados de sus encuestas.

A partir de esta semana tómese las cosas con más tranquilidad. Es época de promesas. Como si el resto de la legislatura diera igual.