Luces y sombras

Antonio Méndez

Encaje de cajas

DIFíCIL que el ciudadano no entendido sepa valorar el alcance de un proceso de concentración de entidades financieras, más allá de que en una situación económica muy complicada, las instituciones más fuertes casi tienen el deber de amparar a las más débiles para evitar su quiebra y que la desconfianza de los ahorradores se extienda a todo el sistema. Siempre que el riesgo sea asumible. Por eso, cuando surgen movimientos de este tipo, los argumentos que se usan para apoyarlos o rechazarlos no pasan de la anécdota o el localismo.

Y la primera sensación que he testado entre aquéllos que consideraban inevitable la futura alianza entre Unicaja y Cajasol, al conocer que se ha interpuesto otro proceso de fusión con la Caja Castilla-La Mancha (CCM), ha sido la de alivio. Nadie en el consejo de la entidad financiera del pasado jueves puso pegas estratégicas a la operación, algo impensable si el socio hubiera sido el de la ribera del Guadalquivir.

Málaga y Sevilla están condenadas a entenderse por el bien de Andalucía. Pero la capital hispalense disfruta del poder político y Málaga se aferra como seña de identidad a algunos de sus símbolos y sin duda uno de los fundamentales es Unicaja. Tampoco olvidemos que Málaga representa aproximadamente el 40% del negocio de la entidad financiera, con sus enormes ventajas hasta hace un año y sus inconvenientes tras la crisis, debido al aumento de la morosidad en esta provincia.

La absorción que se plantea, desde la lógica, desplaza la urgencia de las negociaciones con Cajasol. Pero el último párrafo del comunicado de Unicaja mantiene el enigma al enfatizar que la unión con CCM no sólo no excluye en un futuro "la fusión con otras entidades, sino que quedaría abierta a las mismas". ¿Una invitación a integrarse en el grupo?

La próxima semana, la entidad financiera andaluza analizará el coste de la integración. Los detractores de Braulio Medel siempre le ha reprochado un afán conservador en su modelo de gestión. La antítesis de lo que parece que ha sucedido con la caja manchega. Captó clientes de otras regiones con prácticas comerciales agresivas y en sectores como el inmobiliario, lo que representaba un importante riesgo. Dos estilos bien distintos que ahora pretenden encajar por pura necesidad.

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