LA gente bien informada de Almería no se preguntaba si había algo raro en el tinglado político-empresarial montado por el alcalde de El Ejido, Juan Enciso; únicamente quería saber cuándo estallaría, o sea, cuándo la Justicia tiraría de una manta cargada de sospechas, e incluso de evidencias.

Ha sido ahora, más de dos años después de que la Fiscalía Anticorrupción empezara a investigar el caso, cuando se ha producido la detención de Enciso y de otras diecinueve personas, el registro del Ayuntamiento y de la sede de la Empresa Mixta de Servicios Municipales y otras actuaciones en Almería capital, Sevilla y Madrid.

Esta operación Poniente se ha saldado con una lista de delitos -presuntos, por supuesto- que ya ha aprendido uno a recitar como si fuera una alineación futbolística, de lo mucho que se repite por la geografía nacional de la corrupción: blanqueo de capitales, malversación de caudales públicos, cohecho, tráfico de influencias y falsedad en documento mercantil. ¿A que parece la delantera del Trinconete F.C.? Puesto que las diligencias han sido declaradas secretas por la juez instructora, poco podemos conocer del escándalo ejidense. Ciertamente, la existencia de una empresa público-privada responsable de los principales servicios municipales (agua, basura, obras públicas) y que funciona a base de subcontratas hace pensar en una operativa semejante a la que el difunto Jesús Gil puso en marcha en Marbella en sus buenos tiempos de mayoría absoluta (Enciso la tiene en El Ejido). También es significativo el arresto del interventor municipal, José Alemán, calificado en medios políticos almerienses como el auténtico cerebro de la trama, al modo de Roca en Marbella.

Por lo demás, este asunto está lleno de significaciones políticas. Juan Antonio Enciso, que ha arrollado en las elecciones municipales desde 1991, saltó a la palestra nacional con ocasión de los disturbios racistas acaecidos en su pueblo en el año 2000, cuando se negó a ceder suelo para viviendas sociales y a instalar carpas para mejorar las condiciones de vida de los inmigrantes que tanto han ayudado a la prosperidad de El Ejido. Fue criticado por el entonces ministro de Trabajo, Manuel Pimentel, pero recibió el respaldo de Álvarez Cascos. No obstante, terminó rompiendo con el PP provincial y andaluz y fundando su propio partidito (PAL, Partido de Almería). Con él ganó nuevamente las elecciones y ha estado compartiendo gobierno con el PSOE en la Diputación Provincial. Ayer los socialistas anunciaron la ruptura de este gobierno con la que con toda razón se puede considerar una escisión localista del Partido Popular, ubicada en las proximidades de la extrema derecha. Una mala compañía.

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