EL Partido Socialista Obrero Español se ha emplazado este fin de semana a aprobar una importante asignatura que tenía pendiente desde su fracaso electoral de noviembre de 2011, cuando perdió el poder después de siete años y con sus peores resultados en las urnas en todos los años de democracia. El objetivo declarado de la conferencia política que se celebra en Madrid no es otro que la renovación ideológica del socialismo y su adaptación a los nuevos tiempos de la sociedad española, marcados, entre otras cosas, por una crisis económica y social sin precedentes que pone en cuestión incluso los pilares del Estado de bienestar construido a impulsos en buena parte socialistas. No es fácil el empeño, puesto que se trata de un debate de fondo al que la socialdemocracia europea en su conjunto no ha sido capaz de dar una respuesta adecuada, poniendo de manifiesto la dificultad de levantar una alternativa progresista a la crisis y granjeándose la hostilidad o la indiferencia de amplios sectores populares que han constituido su electorado tradicional. Una dificultad añadida en el caso concreto del PSOE viene del hecho de que al debate ideológico y político en sentido estricto se le ha añadido la existencia de un liderazgo discutido en el seno del socialismo, alimentándose ambos factores entre sí para configurar un partido en estado precario y puesto en la encrucijada de prácticamente volver a inventarse. Habría sido más llevadera la problemática si, conforme a los hábitos de otras naciones democráticas, el actual secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, hubiera dimitido como líder tras asumir su responsabilidad en la derrota en las elecciones generales. Al no hacerlo el Partido Socialista ha entrado en una situación de interinidad prolongada, en la que se dan la mano la indefinición del proyecto y la debilidad del liderazgo. Aunque durante la conferencia Rubalcaba pretende centrar el debate en la renovación ideológica, y ya ha filtrado algunas de sus propuestas de carácter fiscal y relativas a los derechos de ciudadanía, será inevitable que se manifiesten las urgencias de numerosos líderes y cuadros medios del partido sobre la necesidad de la renovación orgánica de la formación socialista. Ya son varios los precandidatos a la sustitución de Pérez Rubalcaba, que tampoco se da mucha prisa por descartarse como candidato, pese a que es visto por muchos en su partido como el último superviviente del PSOE histórico y cuya vinculación con el pasado, percibida también por la opinión pública, imposibilita cualquier posibilidad de continuar al timón. Uno de los dos grandes partidos de la democracia española se juega buena parte de su futuro este fin de semana.

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