Error y rectificación

Del reconocimiento de los errores surge la rectificación y con ello la posibilidad de un gobierno de coalición

Los pactos son un ámbito político contradictorio. Si nadie se desdice de lo afirmado ni olvida ataques y críticas y trata de mantener sus propios criterios sin cesiones ni renuncias, los acuerdos serían imposibles. Por eso es un campo de actividad frágil, sujeto a críticas fáciles y a acusaciones de incoherencia y, a veces, de traición. Siempre habrá argumentos para considerar excesivas las concesiones o desafortunados los socios con los que se acuerda, como si lo uno o lo otro fueran decisiones caprichosas. Y en esta ambigüedad estamos condenados a desenvolvernos porque el consenso se ha convertido en un arma política imprescindible para la convivencia democrática.

Venimos de una frustración que requería revisar comportamientos y actitudes y no hay mejor autocrítica que rectificar públicamente para evitar los errores cometidos. Esto es lo que han hecho socialistas y podemitas. Pedro Sánchez, con su propuesta, reconoce que los diseños de gabinete no siempre se pueden trasladar a la realidad y que el adversario también requiere su propio espacio. Y Pablo Iglesias ha reconocido que iniciar una negociación por el debate de los puestos a ocupar no es ni ética ni estéticamente admisible y que un Gobierno de coalición no es la suma de dos partes opuestas y enfrentadas. Del reconocimiento de esos errores, y alguno más, surge la rectificación y con ello la posibilidad de un gobierno de coalición.

Y en esta negociación, que necesariamente será a varias bandas, al PP solo le ha quedado el papel del perro del hortelano que negó desde el día siguiente de las elecciones cualquier posibilidad de acuerdo con el PSOE, pero critica que otros partidos lo intenten y lo consigan. Lo dicho: ni come ni deja comer.

Pero lo paradójico de la situación parlamentaria es que a los 10 diputados en que ha quedado la representación de Cs se les ofrece la posibilidad de evitar que el Gobierno dependa de la abstención de los independentistas y pueda constituirse con su abstención o apoyo. Es evidente que la precaria situación del que fue el partido de Rivera se debe a varios errores que ha pagado expresivamente en la urnas. Uno de ellos, y quizás el más importante, es su deriva hacia la derecha abandonando la política del centro y la moderación y su negativa a acordar nada con los socialistas. Este error también requeriría una rectificación pública. La duda es saber si en los restos del naufragio queda inteligencia y decisión para hacerlo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios