Un desgarro vaginal de cinco centímetros. Un desgarro anal de quince centímetros. Un esfínter destrozado y fractura craneal. Eso dice el parte médico. No incluye vida destrozada, incapacidad para volver a tener relaciones, secuelas incurables. Pero es la historia de una cría de 16 años violada violentamente. Supongo que, como hombre, te habrá escandalizado conocer esta historia.

Es la de una adolescente que venía de disfrutar de la castañada de su pueblo. De divertirse. Hasta el ataque de unos violentos, también adolescentes, que la agredieron con desprecio, brutalidad y abuso. Nunca habían hecho algo así. Pero se turnaron para violarla, destrozarla genital, anímica y psicológicamente. Una agresión inhumana. Habían bebido, no estaban en sus cabales, en el día a día son chicos majos.

Aquella mañana, los cuatro habían quedado en la plaza. Se reían compartiendo memes por Whatsapp. Chistes de una mujer fregando y su marido viendo la Champions. O el último vídeo porno del momento: una joven vejada mientras practica sexo oral, qué risas. El macho alfa del grupo mostraba el vídeo: "Mira, se parece a Susi, la del insti. Con la cara de guarra que tiene, seguro que le encanta. Solo hay que ver cómo viste". Ese macho alfa, llamado Jorge, iba de punta en blanco. Le había exigido a su madre que le planchara la camisa de los viernes, con la que triunfaba en la disco. Se lo había dicho a toda pastilla, mientras dejaba el plato en la mesa y, a grito pelado, le decía a su hermana que lo recogiera ella, como era costumbre en casa.

Jorge ya era un adolescente. Con barba, más delgado y otra ropa. Nada que ver con el crío que contaba aquel chiste de "¿Sabes qué es la mujer? El motor de una escoba", y que tanta gracia hacía a su padre en el salón, mientras veía el fútbol en el sofá cerveza en mano. El fútbol le unía mucho a su padre. Jorge era un as en el colegio. Con solo 7 años metía cientos de goles y se los dedicaba con guiños y piropos a las niñas a las que habían desplazado a una esquina del recreo, "porque al elástico se puede jugar en un rincón y al fútbol no", argumentaba él con cara de niño bueno. Ciertamente, aún no se sabe nada de la investigación que supuso esa terrible violación en Igualada. La historia de Jorge y su grupo es ficticia. Pero todas las situaciones expuestas son reales, tristemente suceden a diario. A madres. A hermanas. Y seguirá pasando mientras tú, como hombre, no veas que no te tienes que escandalizar con un desgarro anal de 15 centímetros, sino con el plato que no retiras de la mesa. Con la exigencia de plancharte la ropa. Con la viralización de la mujer como objeto del sexo y mofa de Whatsapp. Pero, sobre todo, te tiene que escandalizar que niños desplacen a las niñas en el patio de colegio porque tradicionalmente ha sido suyo. Porque quizá a esa edad, a los 7 años, ya sea tarde. Y tras esa cara de niño bueno que mete un gol esté germinando el horrible violador capaz de destrozarle la vida a una niña de 16 años.

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