Escena callejera

Todo el discurso de la izquierda actual se dirige a los jóvenes que acusan a un cochero de criminal y retrógrado

Veo una filmación de una escena que ha ocurrido en una de nuestras ciudades andaluzas. El animal que tira de un coche de caballos se desploma en medio de la calle, probablemente agotado por el calor y el esfuerzo físico, aunque quizá también se trate de un caballo viejo que ya no está para muchos trotes (y aquí la frase hecha recupera su sentido original). Al ver al caballo caído en mitad de la calle, un grupo de transeúntes -casi todos jóvenes- increpan al cochero y le acusan de maltratar al animal. El cochero se enfada con los transeúntes, sobre todo con dos chicas. Otro de los espectadores empieza a gritarle "¡criminal!" El cochero se pone tan furioso que hace ademán de agredir a una de las chicas. Un chico se interpone para evitarlo. El cochero retrocede gritándole al chico un viejo insulto machista, esa palabra grosera que no reproduciremos aquí porque nos puede caer la del pulpo si alguien la saca de contexto.

Ahí tenemos dos mundos opuestos y dos actitudes antagónicas frente a frente. A un lado, la vieja clase obrera -lo poco que queda de ella-, atávica, inculta, vulgar, apegada a las viejas tradiciones y a los viejos prejuicios, que vive en barriadas invadidas por la precariedad y la delincuencia y donde se están asentando más y más inmigrantes que lo están cambiando todo. Y al otro lado, los jóvenes urbanos más sensibilizados con las nuevas ideas, los que odian el maltrato animal, los que toleran todas las orientaciones sexuales, los que están muy preocupados por el cambio climático y se oponen a todo lo viejo y rancio. Entre esos jóvenes también hay precariedad -y tanto que sí-, pero su visión del mundo es mucho más abierta y está mucho menos contaminada por los prejuicios del pasado.

Evidentemente, todo el discurso de la izquierda actual se dirige a esos jóvenes que acusan al cochero de criminal y retrógrado. Pero haciendo esto, esa misma izquierda está dejando abandonado a un gran sector de la clase obrera -o de lo que queda de ella- que tiene unas necesidades económicas imperiosas y que no puede permitirse el lujo de ser ecologista ni sofisticado ni abierto al mundo. Cosmopolitas contra identitarios. El discurso de la diversidad contra el discurso de la comunidad y de la pertenencia a las raíces. El futuro contra el pasado. La izquierda contra… contra ¿qué? Sí, ese es el problema.

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