La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

España no es un país normal

¿Cómo puede oponerse a un plan de ahorro muy parecido al que él aplicaría si gobernara?

Si España fuera un país normal, los partidos mayoritarios no se harían la vida imposible, la oposición no diría que no a todo lo que viniera del Gobierno y respaldaría a los gobernantes en los asuntos de interés nacional, sin dejarlos a merced de las minorías especializadas en el chantaje. Si España fuera un país normal -democráticamente normal-, el plan de ahorro energético de Pedro Sánchez habría sido apoyado por Núñez Feijóo porque los sacrificios que supone convienen a España y convienen a Europa. En un país normal, Sánchez no hubiese impuesto sus planes sin pactarlos en la medida de lo posible con Feijóo.

Dos no pelean su uno no quiere. Vale. Pero nuestro caso es distinto: los dos buscan pelea y, por tanto, la pelea es inevitable. Los dos son responsables de la crispación reinante, los dos debilitan las instituciones democráticas, los dos perjudican a los ciudadanos. Vamos con Feijóo y el PP. ¿Cómo puede oponerse a un plan de ahorro prudente y sensato, muy parecido al que él aplicaría si estuviera gobernando, al que de hecho él mismo exigió hace menos de un mes? ¿De verdad daña tanto al comercio apagar los escaparates a las diez de la noche o limitar el uso del aire acondicionado? ¿No merece la pena apretarse un poco los cinturones para afrontar mejor una crisis gravísima, con guerra, inflación, cambio climático y casi segura recesión? ¿No desasosiega al PP el hecho de que votando que no al decreto también se rechazan sus medidas sociales, como la gratuidad temporal de los viajes en tren y el aumento de las becas?

Hay que tener en cuenta, además, que el Gobierno se ha visto obligado a presentar de inmediato el decreto como proyecto de ley sometido a enmiendas, y eso abre posibilidades ciertas de mejora, incluyendo las propuestas de los populares. Y que Feijóo, con esta actitud, se ha situado precisamente donde le quiere Sánchez, en una oposición frontal, visceral, indiscriminada y destructiva. La oposición más fácil de combatir, que emociona a los forofos, sí, pero no amplía el espectro de los muchos enemigos de Sánchez pero no necesariamente amigos de Ayuso o Abascal.

Fue Feijóo quien lo dijo: no venía a insultar a Pedro Sánchez, sino a ganarle. Le va a ganar, seguramente, si se comporta con sentido de Estado, criticándolo cuando lo hace mal y apoyándolo cuando lo hace bien (¡si hasta los relojes parados aciertan la hora dos veces al día!). ¿Qué es lo que se vota, que me opongo? no puede ser el lema de una oposición que ya ha gobernado y aspira a volver a hacerlo. Eso es propio de extremistas, antisistema y otros irrelevantes.

Tampoco Sánchez ayuda.

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