Crónica Personal

Esperanza

Aguirre no es fan de Rajoy pero le ha hecho un gran favor desvelando lo que todo el mundo sabe sobre Villarejo

Esperanza Aguirre no deja indiferente a nadie. Provoca filias y fobias desmesuradas porque dice lo que piensa sin tener en cuenta si es políticamente correcto, si crea problemas en su partido o si molesta a colectivos a los que generalmente más vale no molestar porque cuentan con expertos en destrozar biografías. En los prolegómenos del famoso congreso de Valencia surgió de su entorno un movimiento para encumbrarla a la presidencia del partido. Esperanza ni lo alentó ni lo apaciguó, sabiendo como sabía que en momentos de incertidumbre lo mejor es no hacer mudanza… y no abrir demasiado la boca. Si sale bien la cosa, perfecto; si no, nadie podrá acusarla de haber promovido una operación fallida.

No bebía los vientos por Rajoy, era algo aceptado incluso por el ex presidente, pero siempre estuvo a su disposición allá donde Rajoy la considerase necesaria. Ha hecho unas declaraciones en TVE que demuestran que sigue en forma a pesar de que ya no vive de la política, ha sufrido el coronavirus y encima no está el PP como para meterse en camisa de once varias. Casado, por cierto, debe su carrera a Aguirre, que lo lanzó al estrellato desde las juventudes madrileñas. La ex ministra, ex presidenta del Senado y ex presidenta del Gobierno de Madrid ha dicho abiertamente que no es fan de Rajoy pero ha hecho un gran favor al ex presidente desvelando lo que todo el mundo sabe sobre Villarejo excepto sus incondicionales, que lo consideran una figura ejemplar por desvelar grandes asuntos de corrupción.

Aguirre ha explicado cómo Villarejo buscó un encuentro con ella tras el episodio en el que se escapó del policía que intentaba multarla cuando se detuvo en el carril bus de la Gran Vía para sacar dinero de un cajero. Cuenta que acudió a la cita sabiendo que Villarejo iba a grabarla porque el entonces comisario utilizaba después sus grabaciones que hacer chantaje, y cómo Villarejo la alertó de que debía tener cuidado con el incidente de la Gran Vía porque tanto Rajoy como Soraya Sáenz de Santamaría querían "darle un susto". Esperanza, dice, "ni lo creí entonces ni lo creo ahora". Postura que no coincide estrictamente con las confesiones que hacen privadamente algunos de sus amigos en el PP, que siguen culpando a Rajoy y a Sáenz de Santamaría de los males del partido, del desaguisado con los independentistas catalanes, relacionan a Rajoy con Villarejo, se refieren a la corrupción de tiempos de Rajoy y le acusan de no haber sabido gestionar la moción de censura.

En tiempos en los que apenas se ven políticos que hablen con propiedad, con información, defiendan sus principios y sean leales a sí mismos, es poco frecuente que alguien cuente sus verdades sin pelos en la lengua. Aunque esté retirada. O eso dice.

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