Espíritu del 4-D

Fue un día de reivindicación, pero también de fiesta. Miles de familias salieron a las calles para pedir autonomía

Se suele decir que en Cataluña cuentan una historia falseada. En Andalucía tampoco existe claridad de ideas con el 4 de diciembre de 1977. Manipulado por unos y olvidado por otros. A las generaciones nacidas desde entonces (que son todos los menores de 40 años) hay que recordarles la verdad. Quienes vivimos el 4-D en las calles de Andalucía, como un día de paz y esperanza, tenemos el deber moral de no permitir que se manipule su legado, ni que se ensucie en la espiral de odio y revanchismo que propagan los muchachos y muchachas de la nueva política. Por sectarismo, o por ignorancia.

Hay que situar el 4 de diciembre de 1977 en su contexto. Algunos analfabetos históricos creen que fue una manifestación para reivindicar el andalucismo contra la dictadura. Olvidan que seis meses antes, en junio de 1977, se celebraron las primeras elecciones democráticas, en las que ganó la UCD de Adolfo Suárez, seguida por el PSOE de Felipe González. Aquel 4 de diciembre ya se encontraban en el Congreso y en el Senado todos los partidos democráticamente elegidos, entre los que había comunistas, nacionalistas e independentistas.

En el 4-D sólo se acordaban de la dictadura los nostálgicos del franquismo, una extrema derecha residual capitaneada por la Fuerza Nueva de Blas Piñar, con los Guerrilleros de Cristo Rey, que nada tenían de religiosos, ya que al cardenal Tarancón, presidente de los obispos, lo querían mandar al paredón, según sus pintadas.

La muerte de García Caparrós en la manifestación de Málaga fue trágica y lamentable. No se ha esclarecido debidamente por qué le disparó un agente de una Policía que ya era democrática (o debía serlo). Algunos extremistas intentaron reventar las manifestaciones, pero en general se desarrollaron con un ambiente festivo. El 4-D fue un día de reivindicación, pero también de fiesta. Miles de familias salieron a las calles para pedir la autonomía. Pocos meses después, comenzaba la preautonomía de Andalucía, con el socialista Plácido Fernández Viagas, como primer presidente de la Junta. Dos años después, UCD intentó que Andalucía no estuviera al nivel de las nacionalidades históricas. Hasta que llegamos al referéndum del 28 de febrero de 1980.

En aquellos años, se entendía la autonomía como la oportunidad para el progreso de Andalucía. Tierra de paz y esperanza, como pregonaba la bandera blanca y verde, heredada de Blas Infante, que salió a las calles el 4 de diciembre. Mejor que falsear la historia sería recuperar ese orgullo de ser andaluz que después han estropeado.

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