Desde el momento en que fue elegido, Pablo Casado se propuso mandar en la agenda política, tomar la iniciativa y adueñarse del debate. Para ello intentó aprovechar todas las oportunidades, construyendo un andamiaje ideológico clásico a base de alarmismo con gotas de xenofobia, en el tema de la emigración o recurriendo a agravios y sentimientos en el traslado de los presos de ETA. Pero todo ese esfuerzo ha sido eclipsado por una decisión judicial que pone al presidente del PP a las puertas del Tribunal Supremo. Resulta difícil de entender que esta resolución, que entraba dentro de lo previsible, haya desmadejado de forma tan manifiesta a la recién elegida dirección del PP. Nada se puede asegurar sobre cuál será el recorrido de esta decisión judicial, pero si se atiende al argumentario que se ha puesto en marcha para defender la inocencia del político popular debería pensarse en la máxima complicación. No caben mayores errores, ni torpezas ni contradicciones que las que en una sola semana han desplegado los dirigentes populares para intentar defender a su líder. Desde el victimismo más manido, a la falsedad más palmaria pasando por el contraataque al resto de partidos. El camino recorrido denota una falta de argumentación y una preocupación desesperada. Estamos a pocas horas de escuchar que "este no es el máster de Casado, sino el máster contra Casado".

La estrategia diseñada ha saltado por los aires y de nuevo tenemos al partido con más representación de España pendiente de una resolución judicial. Todo el viaje recorrido para llegar al mismo punto de partida. Esta situación no es la mejor para intentar suturar las heridas que el reciente congreso dejó en la militancia, que de nuevo se divide entre los que manifiestan que ya lo advirtieron y los que creyeron lo que su propio líder les decía: que todo era una anécdota sin importancia. Estos se encuentran ahora desconcertados y temerosos. Nadie se desgastó tanto en tan poco tiempo. Toda la estrategia proyectada se ha convertido en una parálisis política en espera del procedimiento judicial. El futuro se torna incierto para el PP y las circunstancias recuerdan a los momentos en que, el también elegido por disputada votación, Antonio Hernández Mancha, comenzó a hacer aguas y provocó la vuelta de Manuel Fraga para enderezar el rumbo. La situación no es idéntica, pero se le parece y da la impresión que en la banda pueden estar calentando Rajoy y Aznar. Ahí lo dejo.

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