Postales desde el filo

José Asenjo

Europa ayer y hoy

CUANDO escribo aún no se ha resuelto el pulso que mantiene el nuevo gobierno griego con sus socios europeos, en realidad son Varoufakis y Schäuble los que se enfrentan bajo la atenta mirada de los demás. Lo más probable es que, como es propio de la UE, en el tiempo de descuento se alcance un acuerdo. O a lo peor se quiera ejemplarizar con la crisis griega reprimiendo el primer intento serio de cuestionar el dogma de la austeridad. De no ser así se llegará a una solución que no contentará a nadie, aplazará los problemas y la desconfianza hacia las instituciones europeas crecerá, por razones opuestas, entre los ciudadanos griegos y alemanes.

En un libro publicado hace algunos años, Varoufakis sostenía que se ha impuesto un relato mitificada sobre el origen de la UE. Según el hoy ministro griego las primeras instituciones europeas fueron una exigencia del Plan Marshall. No sé si lleva razón o si realmente la fundación de la Comunidad Europea es sólo atribuible idealismo de los padres fundadores. Lo que no parece nada claro es que, de no existir, en la Europa actual sea posible poner en marcha un proyecto de esa envergadura. La historia ha acelerado los cambios y esta Europa poco tiene que ver con la de la postguerra. La unificación alemana y la creación del euro son dos de esos grandes cambios que la arquitectura europea no parece capaz de resistir. Ambas decisiones estaban íntimamente relacionadas. Hace poco Felipe González recordaba que los apoyos a la unificación de Alemania, tras la caída del muro, se podían contar con los dedos de la mano. Francia la aceptó a cambio de que los alemanes renunciasen al marco y apoyasen la creación del euro. Pero la hegemonía de la nueva Alemania ha puesto fin al tradicional sistema de poder multilateral que facilitó en décadas pasadas la integración y el desarrollo del proyecto europeo. Por otra parte, la gran recesión ha dejado al descubierto el error de haber puesto en marcha la unión monetaria sin el necesario complemento de la unidad fiscal y política.

En un reciente artículo en NYT el ministro Varoufakis apelaba a "una política que trascienda las divisiones nacionales, que disuelva la distinción entre acreedores y deudores a favor de una perspectiva paneuropea, y sitúe el bien común europeo por encima de los egoísmos nacionalistas". Es muy significativo que hoy suenen a pensamiento mágico las ideas sobre las que se construyó el proyecto europeo.

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