Crónica Personal

Pilar / cernuda

Experimentos...

CON gaseosa, como pedía Eugenio D'Ors. Idea que no han tenido muy en cuenta los griegos, que en plena crisis económica, sobreviviendo de mala manera a un segundo rescate europeo que les tenía agobiados, no dudaron en votar a un partido, Syriza, que proponía fórmulas supuestamente mágicas para plantar cara a los acreedores y, al mismo tiempo, traer bienestar social a las familias.

Promesas de imposible cumplimiento como advertía cualquiera que supiera algo de cuentas, pero la labia de los candidatos de la formación de izquierdas hizo su labor y, tras votar Syriza y aguantar durante seis meses un gobierno de izquierdas, hoy los hechos demuestran que es aconsejable no caer en las redes de los que prometen elixires mágicos que todo lo curan. Hoy, una Grecia que hace un año empezaba a sacar cabeza, se encuentra en la peor de las situaciones. Veremos quién gana las próximas elecciones que acaba de anunciar Tsipras, que ha vuelto de sus negociaciones de Bruselas con el rabo entre piernas y con unos planes de obligado cumplimiento que van a dejar a sus votantes, y a todos los griegos, en una situación peor de la que estaban cuando Tsipras fue elegido primer ministro.

Para los españoles que se enfrentan dentro de cinco meses a unas generales, lo ocurrido en Grecia, guste o no guste, va a ser un referente. El acuerdo al que ha llegado Tsipras con sus socios europeos no es bueno para Pablo Iglesias, que además de perder influencia en las últimas semanas porque ha aparecido finalmente su cara menos amable, más autoritaria, ve ahora cómo su supuesto amigo griego ha llevado a Grecia a un sufrimiento hasta ahora no conocido. Si a eso se suma que las dos abanderadas de Podemos, Carmena y Colau, están tomando decisiones que tienden a arruinar las dos ciudades que dirigen, porque cortan de cuajo la inversión y eso significa ni más ni menos que pérdida de empleo, es fácil deducir que los españoles con dos dedos de frente se lo pensarán muy mucho antes de escapar del tan denostado bipartidismo para optar por partidos que supuestamente trabajaban para una España mejor, más igual, más solidaria y con mayor calidad de vida.

Pedro Sánchez de ha quejado de que no ha recibido ni una sola llamada de Rajoy para cambiar impresiones sobre la crisis griega. Tiene razón en su queja, pero por otra parte se entiende el malestar -por no decir cabreo- del presidente por el empujón que ha dado el dirigente socialista a un partido como Podemos.

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