Editorial

Falta muy grave de desatención

EL próximo lunes la comisión disciplinaria del Poder Judicial decidirá la suerte inmediata del juez de lo Penal de Sevilla Rafael Tirado, que no controló la ejecución de la sentencia que condenaba a Santiago del Valle, presunto autor de la muerte de la niña Mari Luz Cortés, por haber abusado de su propia hija. Así lo confirmó ayer el servicio de Inspección del CGPJ al proponer la apertura de un expediente por una falta muy grave de desatención. Otro magistrado sevillano, Javier González, que tardó dos años y medio en confirmar la sentencia dictada por Tirado ha quedado eximido de responsabilidad por haber prescrito su posible falta. La presumible sanción al juez Tirado, que le podría suponer traslado forzoso, la suspensión o la separación de la carrera judicial, está fundamentada en la medida en que compete a los jueces, según la Constitución, "juzgar y hacer ejecutar lo juzgado". La responsabilidad personal es evidente. No obstante, sería un grave error zanjar el caso convirtiéndole en mero chivo expiatorio. La muerte de Mari Luz ha puesto de manifiesto una cadena de errores y deficiencias del sistema judicial y penal español en cuya reiterada persistencia están implicados los jueces, la Fiscalía, el Ministerio y la Consejería de Justicia. Cada uno en su ámbito de competencia -incompetencia, cabría decir- permiten que los juzgados estén colapsados de asuntos, carezcan de los medios materiales y humanos precisos para una Justicia certera y ágil, ni siquiera estén coordinados entre sí y con el aparato policial, carezcan de un sistema informático uniformizado y completo que facilite la persecución del crimen y el cumplimiento de las sentencias y echen en falta un control del Poder Judicial más exhaustivo y eficaz. Es decir, el conjunto de circunstancias que han hecho posible el clamoroso fallo del sistema en virtud del cual un individuo malvado como Santiago del Valle pudiera convivir con los vecinos de El Torrejón, en Huelva, y escoger entre ellos a la víctima más inocente.

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