El Unicaja gana una copa europea tras una década en barbecho con una de esas remontadas que gusta ver una y otra vez en vídeo porque, además de ser espectacular, es corta en el tiempo. Tiene la Euroliga como recompensa, algo que es sumamente goloso porque echaron al equipo de la máxima competición continental y vuelve por la puerta grande, pero, sinceramente, preferiría jugar todos los años la EuroCup, porque sí hay opciones reales de ganarla. Así podría haber una fiesta como la de la semana pasada con más frecuencia y eso siempre anima a la ciudad y la pasión por este deporte. Basta con entrar en la página web oficial de la competición (www.eurocupbasketball.com) para subir la autoestima.

El Málaga CF ha renacido. Su dinámica era horrible, se temía por el descenso y, en menos de una semana, todo ha cambiado. Le ganó al Sporting en Gijón un partido clave y el sábado, rompiendo las estadísticas, venció 2-0 al Barcelona. Cambiaron las tornas y fueron los culés los que lloraron por la actuación arbitral. Quién lo iba a decir.

Es Semana Santa, una de las citas más importantes del año en la capital, y hace un tiempo magnífico. Ni una nube en el horizonte, los cofrades tranquilos, las calles a reventar y los bares y hoteles llenos. Como único borrón el follón que se ha montado con la liberación del preso de El Rico, pero se ha encontrado una solución de esas de aceptamos pulpo como animal de compañía. El subdelegado del Gobierno, Miguel Briones, ha removido Roma con Santiago y la cofradía, en compensación a no poder realizar su tradicional acto el Miércoles Santo, tendrá las calles del centro otro día para ella sola con acto de liberación incluido.

A grandes rasgos, todo parece ir bien. Los resultados deportivos son solo eso, deporte, pero curiosamente son un buen termómetro para medir el ánimo de la ciudadanía. Todo era perfecto hasta que el Gobierno presentó sus presupuestos para Málaga. Es cierto que hay un déficit tremendo, que España, tras tantos años de crisis, debe hasta de callarse y que no están las arcas públicas para muchas inversiones. Pero no es menos verdad que hay cosas que claman al cielo, como que Marbella sea la única ciudad de más de 100.000 habitantes en España que no tenga una conexión ferroviaria o que llevemos 40 años con nata en las playas todos los veranos y en 2017 pasará lo mismo. La felicidad nunca es completa, no vaya a ser que nos lo creamos.

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