Paisaje urbano

Eduardo / osborne

Feria del libro

SIEMPRE he pensado que el metro es el más literario de todos los transportes urbanos. Y si me dan a elegir, el de Londres, con su cívica normalidad de viajeros cogiendo al vuelo el Evening Standard dejando al revistero unos peniques con el tiempo justo para adentrarse en los interminables túneles que llevan a los andenes, y desplegarlo ya en el vagón, cuán largo sobre sus trajes azules de rayas. A su alrededor, usuarios de toda condición imbuidos ajenos al mundo en sus novelas de bolsillo. Alguno he visto incluso balancearse agarrado a la barra con una mano mientras la otra sujetaba el librito sin perder un minuto de lectura, elegante equilibrio mientras la anodina megafonía (main de gap) anunciaba la próxima estación.

Unos pocos quisimos ver el metro en nuestra ciudad como puerta a la mejor Europa, e imaginábamos al personal andando rápido, con periódico y maletín, antes de perderse en la negrura de las bocanas. Sostengo que lo peor de nuestro suburbano no es el abandono de las administraciones, ni su tamaño de juguete, ni siquiera el precio.... Lo que lo hace en verdad de segunda división es que allí nadie lee. No es que yo esperara ver a mis estudiantes de la Olavide leyendo los episodios nacionales de Galdós en los trayectos, tampoco es eso, pero al menos, qué sé yo, un best seller, lo último de Pérez-Reverte... Nada. Mucho móvil de última generación, mucho Spotify y mucha charlita a buen volumen con la vecina de asiento.

La lectura en papel quizá sea uno de los placeres de la vida que la juventud más pronto se apreste a sacrificar. Soy consciente de la evolución imparable de las nuevas tecnologías, y que no se le pueden poner puertas al campo. Conozco a lectores magníficos que hace tiempo han sucumbido (porque es una derrota) al mundo digital. Sé que yo también caeré, pero mientras llega mi momento déjenme disfrutar de los libros en ediciones cuidadas comprados en librerías de autor. Déjenme apuntar mi nombre en la página primera, subrayarlo, anotar un comentario. No le quiten la ilusión al niño de ordenar y archivar la modesta biblioteca de su padre, que ya va por la mitad...

Estas y otras cosas parecidas son las que celebramos con la nueva edición de la feria del libro que empieza mañana. No tanto la compra, sino el contacto con los libros, su cercanía, sus historias, sus autores, sus mitos. Algo tan simple, pero tan importante en los tiempos que corren.

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