EL PP andaluz ha terminado su largo, y a tramos complicado, proceso de transición. Tras el congreso del último fin de semana, ha configurado su nuevo equipo dirigente, cuyas principales figuras, Juanma Moreno, como presidente, y Loles López Gabarro, como secretaria general, suponen no sólo un relevo generacional, sino también una nueva imagen. Pero, cuestiones de imagen aparte, y tras el periodo de interinidad, que no les ha beneficiado en absoluto, los populares andaluces, con su equipo dirigente recién elegido, tienen que afrontar un doble reto. Por una parte, se enfrentan a la tarea de reordenar las relaciones internas entre los aparatos provinciales, controlados muchos de ellos por auténticos pesos pesados, con gran poder institucional, y cuya coordinación se ha ido complicando desde la renuncia a la presidencia de Javier Arenas.

Uno sabe, por propia experiencia, que esa acción de conjunto entre la cúpula regional, las organizaciones provinciales, las corporaciones y locales y los grupos de oposición en el Parlamento andaluz, y Ayuntamientos y Diputaciones en los que se está en la oposición, no es tarea fácil. Todo lo contrario, pero ahora tienen que hacerlo desde el diálogo y el convencimiento mutuo. Imponer, lo que se dice imponer, va a ser difícil a estas alturas.

Porque, hablando claro, la relación de Javier Arenas con el partido es imposible de repetir, ni ahora, ni probablemente nunca. Cuando Javier era presidente, todos los que ocupaban un cargo en el partido, se lo debían a él directamente, o a su consentimiento, porque o él lo has había puesto o había permitido que los pusieran. Ahora, sin embargo, el escenario es muy diferente y los débitos personales se encuentran confinados en las fronteras provinciales. Puede que sea bueno o malo, pero es así.

El otro reto es el de consolidar con rapidez una alternativa eficaz al protagonismo de Susana Díaz, en el Parlamento, en los medios de comunicación y en la calle. Y para eso no es necesario, sino todo lo contrario, recurrir a una pura confrontación dialéctica, sino utilizar argumentos convincentes y sólidos, no meras descalificaciones. En el tiempo que queda hasta las elecciones -que puede variar de unos meses a dos años- el PP debe recuperar su liderazgo social, que le permitió ganar los últimos comicios municipales, generales y autonómicos. No es cuestión de gritar, sino de convencer. No es la forma, sino el fondo.

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