Fracaso colectivo

Alguien decidió dividir por distritos sanitarios para, probablemente, ayudar a Granada

Tarde del viernes. El Gobierno de España lleva ya más de dos horas haciendo esperar a todas las cadenas de televisión para comunicar su veredicto. Mientras no dejan de explicarnos cuales son los parámetros e índices para pasar de la Fase 0 a la Fase 1. De pronto la comisión secreta acaba su trabajo y Salvador Illa y Fernando Simón se disponen a informarnos. Y nuevamente tardan más de 35 minutos en volver a explicar toda la metodología. ¡Qué lastima de aquellos tiempos en que había profesionales de la comunicación en Moncloa! Tras el autobombo, y en apenas un segundo, nos plantan un mapa y un jarro de agua fría nos recorre: Málaga no pasa a la fase 1.

Compartir méritos con Madrid y Barcelona pudiera ser un orgullo en otras épocas, pero hoy es una tremenda injusticia. Y lo peor es que ni sabes quien te ha corregido el examen, ni como lo han puntuado, ni siquiera cuando podrás volver a presentarte. Es la incertidumbre sobre los ciudadanos típica de las dictaduras, donde nunca sabes si está bien o no lo que haces, hasta dónde puedes decir lo que dices y si habrá una brigada, policía o comisión secreta que decide tu futuro.

Pero lo peor es ver los datos ante ti y no entender lo ocurrido. Evidentemente los índices de Málaga como provincia eran próximos al 6, y muy por debajo del 10 que se pedía, pero alguien decidió dividir por distritos sanitarios para, probablemente, ayudar a Granada. ¿Hemos pagado justos por pecadores? Y si no es así, ¿Por qué Málaga capital tiene el 35% de la población, el 56% de los confirmados por PCR y el 70% de los ingresados de toda la provincia? ¿Acaso hay hospitales comarcales con una mínima carga de enfermos mientras se produce una masiva concentración en la capital? Porque si fuera así, sería fácil resolver el entuerto, como se hace en cualquier sistema dinámico, es decir, mediante el reparto de cargas o, en este caso, el reparto de recursos. Así tampoco escucharíamos que ha habido provincias casi sin actividad antiCovid y otras limítrofes con sus sanitarios cercanos al colapso, lo cual debe ser un bulo porque de lo contrario sería para rodar cabezas.

Sin embargo, en Madrid la tensión lleva a las dimisiones y eso, queramos o no, enriquece a la democracia, renueva las ideas y castiga los errores. Pero Málaga, una vez más, debe seguir sufriendo su destino. Esperemos no acabar como Fuenteovejuna: "Entre todos la mataron y ella sola se murió".

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