Fraternidad y crispación

Los aires de solidaridad se irán amortiguando y permanecerá la crispación como un daño colateral

Desde el confinamiento obligatorio, a través de los medios de comunicación y las redes sociales nos llegan ráfagas de una sociedad responsable y fraternal que puntualmente todas las tardes hace de sus balcones el púlpito de solidaridad y afecto. Imágenes que nos trasladan un país cabal y agradecido que sabe valorar esfuerzos y sacrificios y en el que nos gusta reconocernos. Pero frente a estas imágenes reconfortantes y algodonosas nos llegan también ataques, críticas y reproches. Los españoles ya sabemos que esta pandemia no responde a ninguna maldición bíblica ni a ningún castigo divino. Todo ya, afortunadamente, tiene una explicación natural y científica. Pero, sin embargo, parece que seguimos esperando milagros, exigiendo la existencia de un poder sobrehumano que tendría que haber sido capaz de prever lo imprevisible y evitar lo inevitable. Esa fuerza superior que todo lo tenía que haber solucionado y previsto, sería, sin duda, los gobiernos, de los que siempre se espera el poder omnímodo y la gestión perfecta. Pero no existen los milagros y los gobiernos también yerran en sus vaticinios y no siempre aciertan en todas sus decisiones. Y eso los gobernantes deben admitirlo. Es lógico que ante un hecho imprevisto y nuevo sea difícil, casi imposible, acertar con la tecla exacta en el momento adecuado para conseguir los resultados deseados. Nadie es perfecto, ni siquiera el gobierno, y eso genera frustración y enojo. Hasta aquí todo puede considerase entendible. Otra cosa es la impostura de los partidos de la derecha que, imbuidos del espíritu del capitán a posteriori, especialista en prever el pasado, atacan despiadadamente al gobierno, despachando propuestas inviables y reclamando soluciones imposibles. Demasiada crispación, excesivas falsedades, desmesurados ataques, infundadas denuncias se han desatado en estos días ante una situación que aconsejaría mayor mesura y responsabilidad. Da la impresión de que esta pandemia y las limitaciones para luchar contra ella han servido a la oposición y su corte mediática para ajustar cuentas atrasadas, iras contenidas o frustraciones ocultas y han hecho de esta desgracia una ocasión para su particular cacería. De todo saldremos y la sociedad española se recuperará de este trance, pero mucho me temo que los aires de solidaridad se irán amortiguando y permanecerá la crispación reinante como un daño colateral de esta situación. Ojalá me equivoque.

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