El desenfoque

raquel / Garrido

Frenar el terror

CUANDO te enfrentas a un enemigo despiadado, que no teme a nada y que cree firmemente en la causa que defiende, es para echarse a temblar. Precisamente es lo que pretenden conseguir los que en nombre de un dios quieren imponer el terror como forma de hacerse más fuertes y lanzar un mensaje de advertencia a los llamados infieles para plegarse a sus deseos. La ausencia de miedo y de escrúpulos constituyen una peligrosa combinación cuando se emprende una cruzada de tal magnitud, y matar turistas extranjeros a sangre fría mientras disfrutan de sus vacaciones en un destino árabe parece ser el mecanismo elegido para reivindicar esa lucha. Pero más allá de estar asesinando a personas inocentes que poco o nada tienen que ver con sus ya cuestionables reclamaciones, lo que están consiguiendo es matar poco a poco a esos países que tratan con mucho esfuerzo de salir adelante y que tienen puestas todas sus esperanzas en el turismo como principal base de su ya frágil economía. Por más mensajes de calma y tranquilidad que los gobernantes de Túnez quieren ahora trasladar al resto del mundo tras el atentado sufrido la semana pasada en dos hoteles turísticos, el país está tocado de muerte y más teniendo en cuenta que es el segundo golpe de estas características sufrido en apenas unos meses. Si eso es lo que querían conseguir los terroristas, desde luego que les ha salido bien la jugada. Pero es verdaderamente estremecedor comprobar que un país tan bello como ese donde la gente te trata tan bien cuando lo visitas y donde hay tanto que descubrir tenga que sufrir las dramáticas consecuencias de una guerra que se libra en otra parte. Hay quienes consideran que es lo que ocurre cuando no se actúa con mano de hierro contra el terrorismo. Como si mereciera lo que les está pasando, al igual que se debería decir entonces de otros países afectados por este tipo de terrorismo como Francia. El problema, sin embargo, es más complejo que todo eso. Hablamos de un terrorismo global con personas de muy diferentes nacionalidades dispuestas a sumarse a su causa auspiciados por las redes sociales y el implacable marketing digital que se lleva a cabo para conseguir adeptos. La estrategia a seguir para ponerle freno a esta locura no pasa por lo que pueda hacer de forma individual un país concreto. Si verdaderamente se han convertido en una amenaza mundial, hay que intentar atajarlo desde una perspectiva mucho mayor. Parece que todos estamos en el punto de mira de estos radicales. Todos los que no piensan como ellos somos sus enemigos y debemos tratar de evitar que sigan imponiendo el terror a base de derramar sangre de forma tan cruel porque cualquiera podría ser el próximo.

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