PANORAMA SIN EL SILO

Francisco Peñalosa

Fusión urbana

OCTAVIO Martín Alpandeire es traficante de garum, el célebre paté de pescado de la bahía malagueña, muy apreciado aún entre los descendientes de los romanos que habitaban Malaca, Corduba e Hispalis hace dos mil años.

Casi todos los días Octavio toma el Metro -aquí lo llaman AVE- en María Zambrano a las ocho de la mañana y, como va a 300 por hora, son las nueve y cuarto cuando está desayunando con un cliente en la patria chica de Manolete. Piden croquetas de corvina, hojaldre de marisco, pan de anchoas y un revuelto rociero. Cierran un trueque de cien latas de 120 gramos de garum, a cambio de un contenedor de alpiste a granel, y Octavio vuelve a coger el Metro. Tiene comida de trabajo en el restaurante El Copo, junto al arenal sevillano. Cuando las campanas de La Manquita tocan las 21 horas, Octavio está de vuelta, sentado en la calle Larios, esperando un gin-tonic.

Martín Alpandeire vive en una ciudad triangular isósceles, con vértices en Málaga, Córdoba y Sevilla. El lado desigual, Málaga-Sevilla, mide dos horas y los dos lados iguales, Málaga-Córdoba y Córdoba-Sevilla, miden una hora. Si esas medidas en lugar de ser temporales fueran espaciales, el triángulo sería imposible y de superficie cero, porque al abatir los lados menores sobre el mayor, la suma de las longitudes de aquellos sería igual a la dimensión de este último. ¿Está claro? La fusión urbana es una realidad. Pero hay quienes se niegan en redondo a fundir el acero helado de las fronteras provincianas. Podemos hermanarnos con Cochabamba, Friburgo, Goteborg o Puebla de Arganzón, pero compartir algo con el pueblo de al lado, ni hablar. ¡Autarquía o muerte! Antes tuertos que fundidos.

No sabemos si Córdoba ostentará la Capitalidad Cultural en 2016, pero lo que sí sabemos, porque lo ha dicho el virrey de Andalucía, es que Málaga no entra en la quiniela.

Hace ya unos cuantos años -el tiempo nos pasa por encima como el rodar de la ola sobre el windsurfista- alguien propuso para el 2016 practicar fusión urbana, creando un eje Málaga-Córdoba superador del corsé municipal único y cerrado. Al proponente lo quisieron ingresar con camisa de fuerza en la finca de San José.

Como cada mañana, el hombre del casino provinciano se limpia los botines mirando cómo caen mansamente copos de caspa aldeana sobre la calle Mayor. Tiene mustia la piel, el pelo cano, ojos velados por melancolía.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios