hoja de ruta

Ignacio Martínez

Garzón, reo

VAN a por Garzón. Hartos del juez estrella, de su protagonismo, de su egolatría si quieren, sus colegas han decidido acabar con él. El Supremo le juzga por prevaricación, por dictar a sabiendas una resolución injusta, y le pueden inhabilitar durante 17 años. La injusticia se supone que ha sido la intervención de las conversaciones de los cabecillas de la trama Gürtel desde la cárcel. ¿Incluidas las de los abogados? Sí, en la medida que no pusiera en riesgo el derecho de defensa. Ésa es la tesis del reo. Sus amables colegas sostienen que se saltó la ley.

Garzón explicó ayer, en el inicio del primero de los tres juicios llamados a acabar con su carrera, que los abogados jugaban un papel básico en el blanqueo de dinero de esta trama montada por Correa y Crespo. Que justamente el blanqueo era la única actividad delictiva que continuaba funcionando desde la detención. Que había una claro riesgo de huida y gestiones para conseguirles a los jefes de la Gürtel la nacionalidad argentina o panameña, para que evitaran la acción de la Justicia. Que la Fiscalía no se opuso a la intervención de las conversaciones... Inútil. Ha habido cientos de casos en los que se ha anulado una intervención de conversaciones de detenidos decretada por un juez, pero es la primera vez que se sienta en el banquillo al magistrado. En este caso, con el agravante de que otros dos jueces y dos fiscales dieron por buena la decisión de Garzón. Pero sus colegas van a por él. Protagonista, ególatra si quieren, e incómodo.

Dicen que nuestra legislación es muy garantista. Y que se protegen mucho los derechos de los detenidos. Pero a un servidor le habría gustado que una decisión semejante hubiese facilitado encontrar el cadáver de Marta del Castillo, o ahora dar con el paradero de Ruth y José, los niños de Huelva desaparecidos en Córdoba hace casi tres meses. También parece razonable que el juez intentara acabar con la fuga y blanqueo de capitales de la trama mafiosa. Pero a cambio va camino de una condena por prevaricación.

Los jueces del Supremo toman en ocasiones decisiones injustas. Espero que no a sabiendas. Injusto es, al menos a sí lo piensa el Consejo General del Poder Judicial, que decidieran que un juez corrupto, condenado por un soborno de Roca en Marbella, pudiese reincorporarse a su puesto. Afortunadamente el CGPJ ha parado la operación retorno. Pero nadie ha parado la actuación contra Garzón, a quien esperan otros dos pleitos con el mismo propósito de inhabilitarle, si en éste no lo consiguen. Su auto contra los crímenes del franquismo y la gestión de un patrocinio del Santander para unas jornadas jurídicas en Nueva York le esperan. Por lo que hemos podido ver en la instrucción, el Supremo no va a ser tan benévolo con él como con Urquía. Su condena por este primer pleito daría la vuelta al mundo. Para mal.

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