La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

¿Dónde estaba el Gobierno?

Una minoría alteró la vida de la mayoría, que se sintió indefensa. Ganaron los niñatos progolpistas

Están indefensos los ciudadanos que con sus impuestos pagan a los políticos y a las fuerzas de orden público? ¿El Gobierno no ha garantizado los derechos de los catalanes activando el famoso 155 como respuesta al golpe de Estado independentista? ¿O acaso tiene miedo de serlo, es decir, de actuar cuando una situación lo exige recurriendo al uso legal de la fuerza proporcional para defender los derechos de los ciudadanos? ¿Tan escaldados salieron de las torpezas cometidas el 1-O? ¿Tanto crédito dan a las mentiras que se urdieron desde la propaganda golpista independentista y amplificaron prestigiosos medios internacionales, los más decentes de los cuales después tuvieron que disculparse por publicar fotos trucadas y cifras embusteras?

Anteayer, en Cataluña y sobre todo en Barcelona, los derechos de los ciudadanos fueron atropellados por unos grupos, no de gamberros, que también lo son, sino de algo peor: manifestantes que, apoyando el golpe de Estado independentista, no permitieron el cumplimiento de los servicios mínimos que toda huelga debe respetar ni la libertad de la abrumadora mayoría de quienes no la secundaron. Furiosos por el fracaso de la convocatoria, conscientes de que el seguimiento iba a ser irrelevante, estos gamberros peores que gamberros, porque lo que apoyaban era -hay que insistir en ello- un golpe de Estado antidemocrático por ser anticonstitucional, cortaron por la mañana autovías, generando inmensos atascos y coartando la libertad de los ciudadanos que iban a trabajar; y por la tarde cortaron las vías del tren, obligando a cerrar la estación de Sants. Mientras miles de ciudadanos sufrían estas agresiones, ¿dónde estaba el Gobierno? ¿Por qué toleró la connivencia por omisión entre los Mossos y los pocos niñatos radicales que pudieron más que cientos de miles de ciudadanos? ¿Para evitar de cara al 21-D imágenes desagradables que puedan ser otra vez utilizadas por la propaganda golpista y aireadas por la desinformación internacional? Acertó Arrimadas denunciándolo. Erró Zoido justificándolo.

Porque el vergonzoso hecho es que una minoría alteró la vida de una mayoría indefensa. No era una huelga pacífica que respetara lo protegido por el derecho a ella, sino violenta. No era una huelga laboral, sino política. Y no era una huelga política que reivindicara derechos democráticos, sino totalitaria y golpista. De vergüenza.

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