Golpe a golpe

Lo sabe todo el mundo, hasta los que, cerriles, lo niegan: en España se vive bastante peor que hace tres o cuatro años

No, no voy a dar cifras, porque sería cansar con un sinfín de guarismos que interesan un comino a la gran mayoría de los ciudadanos y para eso ya hay prensa especializada y primorosos columnistas en esa misma materia que nos colman de sabiduría sobre este asunto, todos los días. Pero la cosa está muy clara y lo sabe todo el mundo, hasta los que, cerriles, lo niegan: en España se vive peor, bastante peor que hace tres o cuatro años, es decir, la vida, la economía doméstica -en la otra, tampoco quiero entrar- viene sufriendo una degradación progresiva, desde que nos gobierna este puñado de ministros que parecen de opereta soviética, estos ministros que lo pudieran ser de la Ínsula Barataria, pero que ni siquiera alcanzan el merecimiento de una burla cervantina. Y todos ellos, bien des orquestados por quien no sabe ser su presidente, el secretario general del Pesoe, Pedro Sánchez y Pérez Castejón. Por parte de madre este último apelativo. Criatura que miente más que habla, porque también lo sabe hacer con el silencioso -pero efectivo- lenguaje gestual.

Si comparamos el bolsillo de exiguo número de monedas con el que, cada jornada, las amas de casa españolas -que son inmensa mayoría sobre el número de amos- acuden al mercado en nuestro progresivo maltrecho país, con los bolsillos o monederos de las amas de casa de la gran mayoría de países de nuestro entorno, muy seguramente las nuestras ocuparían -en un hipotético listado por orden de poder adquisitivo- alguno de los últimos y tristes lugares, que es a donde nos han llevado estos personajes ministeriales, que en su vida, por larga que sea, se verán en otra para sentarse en sillón lustroso, bajo dosel y con penacho. Enanos en la cumbre, que decía mi maestro Juan José Porto en una prodigiosa columna en la prensa de hace más de treinta años. Plena vigencia hoy, no obstante.

Estos salvapatrias, que además andan a la greña entre ellos mismos, porque unos son agua y otros aceite, comienzan a cocer a su presidente -políticamente hablando, claro está- en sus propios jugos y salsas de personales ambiciones desmedidas: rancho deleznable de prisión antigua es ese guiso que nos quieren hacer comer a todos los españoles. ¡Bueno, a todos no!, los andaluces, pasando las papeletas por las urnas, se han quedado -nos hemos quedado- como a perro que le quitan pulgas, ¡oiga!.

Ahora, en Moncloa, se lanzan ya de gordo al desmantelamiento y el control ideológico de los principales organismos e instituciones económicas y de información del Estado -como han hecho en Venezuela- para perpetuarse en el poder, aunque sea lesionando el sistema democrático constitucional. Tal y como lo votamos en la Transición, pretenden controlarlo, desmontarlo, derribarlo, golpe a golpe pero no verso a verso. Atentos, que lo que hay y lo que viene es muy fuerte. ¿O no?

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