Guerra de guerrillas

Tratar de pasar por delante en la fila es provocar la indignación y generar la sublevación

Durante la invasión francesa de España hubo una técnica militar que se hizo famosa entre los ejércitos europeos, la guerra de guerrillas. Cada grupo de españoles atacaba de forma anárquica, sin coordinación aparente, pero con un objetivo común que era el de echar a los invasores. Hoy ante la pandemia algunos desaprensivos, pertenecientes a nuestra clase política, están demostrando que cada uno se busca su vacuna como puede pero, nuevamente con un objetivo común, salvar su vida por creer que es más importante que la del resto de los ciudadanos.

Cada partido responde como quiere: unos provocan las dimisiones, que es lo mínimo exigible, y otros disimulan expulsándoles de sus filas pero conservándoles en sus cargos. Es realmente increíble que pueda quedar la más mínima confianza en alguien que se diga servidor público y que, en estos tiempos difíciles, solo piense en su beneficio personal. Todos sabemos que es humano temer por la vida de cada uno de nosotros, y de nuestros familiares y allegados, pero no es menos cierto que tratar de pasar por delante en la fila es provocar la indignación y generar la sublevación. Probablemente estos insensatos no hayan medido las consecuencias de sus actos. Imponer al personal de hostelería, tiendas o comercios el cierre de sus negocios y la ruina de sus economías, con la excusa de atajar la pandemia, para luego aprovecharse del cargo y repartirse las vacunas, es simplemente miserable. Pero lo peor es el efecto que esto puede provocar: el mercado negro de las vacunas y el contrabando a cualquier precio.

Por ello se hace inexplicable los enormes tiempos que se están tardando en aprobar las nuevas vacunas. La excusa de la seguridad ya no sirve para unos equipos científicos que tienen experiencia en la aprobación de otras. Si es necesario hay que crear más grupos en paralelo y acelerar la llegada y su producción. Porque el ritmo está siendo perverso y, mientras muchos laboratorios que podrían fabricarlas están con los brazos cruzados, se nos somete a una incertidumbre semanal de envíos inexplicable en un contrato a nivel europeo. Hungría ha empezado a negociar con Rusia, y después serán otros los que, ante la presión de sus ciudadanos, busquen la salida lejos de Europa. Por tanto, o se da ahora un golpe en la mesa y se exige responsabilidad a las empresas y a los grupos de aprobación, o esto será nuevamente una guerra de guerrillas.

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