Al margen

Ramón Triviño / Almargen@malagahoy.es

Guerra sucia

EL triunfo de la moción de censura en Vélez Málaga puede merecer muchas y diversas consideraciones. Por ejemplo, es legítima desde el punto de vista democrático; es sonrojante, ante argumentos como la lluvia de millones prometida en inversiones para justificar el relevo en la Alcaldía veleña; preocupante por la presencia en el Gobierno local de personajes como Manuel Rincón, toda una vida haciendo de Torre del Mar moneda de cambio; pero sobre todo es para el Partido Popular (PP) una dura patada en la espinilla con la que pierde la tercera ciudad en importancia de la provincia, en número de habitantes, y la conquista de un bastión hasta hace muy poco impensable para el centroderecha malagueño.

Además, el enfrentamiento a cara de perro en Vélez Málaga de populares y socialistas llega en un momento en que ambas organizaciones atraviesan delicados procesos internos. Y no digo que la moción de censura en Vélez tenga relación directa con la situación que se vive en el seno de las filas del PP y PSOE, sino que se puede ver afectada por ella, o dar origen a algún movimiento revanchista que empañe el ejercicio cotidiano de la política. No parece casualidad que sea ahora cuando se destapa la escandalera de los presuntos sobresueldos de algún militante socialista, o la larga lista de cargos de confianza a sueldo de instituciones controladas por ambos partidos. Llamando además la atención el silencio cómplice de Izquierda Unida, sin duda la gran beneficiada de los acuerdos suscritos en los últimos años por la izquierda malagueña.

En este contexto, y aunque seguramente sin tener nada que ver, ninguna conexión, también resulta llamativo el prolongado silencio de los hasta ahora responsables de la agrupación local del PSOE en Puerto de la Torre, o la filtración de la designación como futuro secretario general del PP de Málaga de Francisco Salado, un hombre cuya carrera política está íntimamente ligada a Joaquín Ramírez.

Con tantos cabos sueltos no parece descabellada la propuesta que acaba de realizar desde la distancia el bueno de Ignacio Trillo para la creación de una comisión de investigación que tendría como fin primordial abordar el creciente y preocupante clientelismo en el terreno de la política o de lo público. Aunque tampoco sé muy bien si esta iniciativa sería aconsejable para intentar arrojar luz, o lo que se conseguiría, gracias a la técnica del pasteleo, es poner aún más tierra encima de una forma de ver las cosas que no me gusta ni un pelín.

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