Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

A HBO se lo lleva el viento

Que HBO excluya de su oferta Lo que el viento se llevó por mostrar unas circunstancias históricas en las que el esclavismo iba mutando en Estados Unidos es sencillamente retrógrado. Al hilo de la decisión de la cadena, el juez Calatayud -se le reconoce la coherencia- recordaba que El Quijote relataba con grandiosa sorna la vida de un sujeto con problemas mentales, y esto también descalificaría a la primera y más fenomenal novela escrita. Como estiremos el chicle de lo políticamente correcto, no queda títere cultural con cabeza. Los justos jueces negros y los honestos policías afroamericanos son un estándar en el cine de Hollywood, y en eso también las películas Made in USA han enseñado la matrícula a las de otros sitios, como la Europa continental, donde las oleadas migratorias modernas sucedieron más tarde que en Estados Unidos (allí, la gran migración fue blanca, ya puestos a puntualizar). Y es que el racismo existe. Un gitano puede ser igual de racista que un norteuropeo de bicicleta y ventanas a la calle, no digamos que un musulmán ortodoxo; o que usted y yo a unas malas. Que no sea correcto no quiere decir que no sea normal (normal estadísticamente: lo habitual).

Con el paso del tiempo -teóricamente, con el progreso-, los pueblos que aspiran a la decencia han entendido que hay que penalizar las exclusiones por razón de raza, y que tener un nieto mestizo u homosexual sea motivo del mismo gozo que tener otro caucasiano de tez clara y muy machote, o muy femenina según los clichés. Para eso está la ley de los países que aspiran a ser decentes, que son los que beben de la fuente de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que tiene mucho -o todo- de la Bill of Rights estadounidense y de la Revolución francesa. Las características naturales de una persona no deben primar ni mermar derechos, y es una grandeza institucional que se promueva la discriminación positiva: si lo tienes peor por tu raza, tu estructura física o psíquica, o por tu sexualidad, debes ser más protegido. Hasta que lleguemos, ojalá, a la dignidad, o sea, a la igualdad (de derechos: nadie es igual más que a sí mismo). Que Escarlata O'Hara tuviera una servil sirvienta negra es un rasgo de una época y un lugar. Es hilarante que HBO ponga el culete contra la pared y convierta en herética a la película de Victor Fleming. Vean la oferta de series de esa empresa, que si funcionan es porque son atractivas, aunque traten, entre otras temáticas, de crueldad extrema, abuso de menores o animalismo. En tiempos de mascarillas, quitémonos, al menos, las caretas estúpidas.

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