HIKIKOMORI significa literalmente "apartarse, estar recluido". Este término se refiere al fenómeno social que lleva a los jóvenes japoneses a apartarse de la familia y dar la espalda al mundo y a cualquier tipo de relación. Se encierran en su habitación durante meses e incluso años, mientras, la familia les deja la comida en una bandeja ante la puerta. Este es uno de los comportamientos que han decidido adoptar para huir de la presión social obsesionada por el éxito. La falta de contacto social, el aislamiento prolongado de estas personas provoca una pérdida de habilidades sociales y de los referentes morales. A menudo, el mundo de la televisión o los videojuegos son su ventana.

Si el hikikomori, finalmente, a menudo después de unos cuantos años, regresa a la sociedad por su propia voluntad, tiene que afrontar el problema de haber perdido muchas de sus habilidades sociales así como años de estudio, lo que agrava la reintegración.

Los hikikomori son conocidos, en España, como el síndrome de la "llave cerrada".

Después de seguir en directo el acontecimiento que se celebró en el Parlamento catalán el lunes, he llegado a la conclusión de que Mariano Rajoy ha sido un hikikomori y que, ahora, tras años de encierro tras la puerta, rodeado de tablets, plasmas y smartphones conectados a la web de Marca, ha salido y se encuentra con todo lo acontecido en este país durante su encierro. Definitivamente ha perdido el control del gobierno, los años de aislamiento, de prepotencia y de incapacidad para el diálogo le han dibujado un difícil escenario. Mejor será que se vuelva a su cuarto y cierre la puerta. Sabremos que sigue respirando o no cuando devuelva la bandeja de la comida vacía.

En 40 días celebraremos elecciones generales. Los ciudadanos tendremos que elegir si optamos por el método japonés para acabar con este aislamiento, es decir, seguir creyendo en la elasticidad, seguir dándole tiempo al enfermo social y, por lo tanto, volver a votarlo, o elegir el método occidental que como sostiene Henry Grubb, psicólogo de la Universidad de Maryland: "Si fuera mi niño tiraría la puerta abajo". Simple. En democracia no hay que tirar puertas abajo. Basta con dejar de votarlo y botarlo; retirarle la confianza a quien ha desempolvado el delito de Sedición y ha provocado el acuerdo de un Parlamento para la desconexión con España. Váyase señor Rajoy.

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