Hilemorfismo

Aunque el cuerpo está bastante vapuleado por la enfermedad, el alma puede estar en perfectas condiciones

Durante unos meses, la revista literaria digital donde publico mis críticas literarias ha estado cerrada por reformas y mejoras, y todavía no termina de arrancar. En esos meses he leído libros de poesía estupendos que se han quedado sin reseña, como Lo inesperado, de Antonio Moreno (Alicante, 1964). Este libro, además de gustarme mucho, me robó un poema.

Quiero decir que traía un poema con una idea que yo tenía pensada de hacía tiempo y que mi pereza o despiste había dejado en el limbo de los justos. Mi poema se habría llamado Hilemorfismo y habría tratado de la extrañeza que produce tener el cuerpo hecho polvo por la enfermedad, pero el alma en pleno alborozo. Es una de las pruebas más altas de que no somos sólo materia. El poema de Moreno se llama Mientras tanto, y lo hace mucho mejor de lo que yo lo hubiese escrito. Dice: "Mientras el pensamiento está nublado,/ mientras me están moliendo toses, fiebre,/ y el frío y los sudores de la noche,/ y la dificultad de respirar/ porque el pecho parece ya una jaula;/ mientras tanto, increíblemente, el cuerpo/ deja de ser mi cuerpo, y sólo mira/ tras el cristal el esplendor rotundo/ y azul de esta mañana de diciembre/ y se va con la luz, libre y sin daño".

Como creo en el trabajo en equipo, disfruté del poema y me alegré de no tenerlo que escribir yo, para lo que tendría que haber estado molido previamente por las toses. Reconocía la sensación y la disfrutaba en su escritura perfecta.

Hasta que, de pronto, hoy estoy molido por la fiebre. Parece un poco castiguito, porque el domingo estaba celebrando la caída de las mascarillas, y ha querido el bicho trincarme bien unos minutos antes de quitarme el bozal. Llegar siempre tarde a todas partes es una característica mía, pero quién me iba a decir que procrastinaría incluso con el covid. Y si eso no fuese suficiente ironía, el bicho tampoco me ha dejado con muchas ganas de asomarme a la ventana. Hay enfermedades más aristotélicas y otras, como ésta mía, más puñeteras y menos hilemorfistas.

Pero desde el principio volví a recordar el poema de Antonio Moreno y lo tengo en mi mesilla de noche, para leerlo de vez en cuando. Los poetas más puros no necesitan de un poema y por eso lo escriben, pero yo sí. Aunque bien pensado, también hay un hilemorfismo de segunda generación cuando, a pesar de las toses y los fríos y los huesos, me asomo al poema, y en él va mi alma, libre y sin daño.

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