La otra orilla

víctor rodríguez

Homeopatía

Lo realmente importante es llevar un estilo de vida que salte por encima de una alimentación aberrante

No me considero una persona fácilmente impresionable con los artificios. Suelo mirar detrás del decorado para intentar adivinar el truco y abrazo con entusiasmo muy pocas causas. Esta equidistancia me ayuda a intentar ver la cara b de algunos temas que, de pronto, se vuelven muy relevantes y polémicos. La homeopatía es una de esas causas que, de pronto, ha caído en desgracia.

Son malos tiempos para el sentido común, y es chocante aceptar que unas gotas de una esencia puedan conseguir sanar los cuerpos. En la homeopatía existen técnicas de incierta credibilidad, personajes de nula formación y mucha ósmosis de otras técnicas como la psicoterapia, la filosofía oriental o el tarot, de las que toman gran parte de su clientela, en ocasiones, personas a las que las emociones tomaron el timón de lo que les pasa a sus cuerpos. Algo parecido podemos pensar de algunas técnicas médicas, envueltas en ensayos clínicos de dudosa praxis y con la poderosa industria farmacéutica haciendo su trabajo expansivo y de posicionamiento de productos que no siempre resuelven los problemas y que, en ocasiones, los empeoran. Sin embargo, más allá de lo evidente o chocante que pueda parecer, lo más interesante de este movimiento es que, más que en los síntomas, intenta visibilizar un todo mucho mayor y eso es precisamente lo que está abandonando la medicina tradicional.

Si una persona aparece en una consulta con un estado de ansiedad o falta de sueño, la solución habitual suele ser un tratamiento a base de ansiolíticos o hipnosedantes. Da igual que la causa de ese malestar tenga que ver con el trabajo, la pareja o una experiencia vital desbordante, al final lo que se nos ofrece como remedio se parece mucho a un mensaje publicitario: si no soporta su vida, tómese una pastilla y siga adelante.

Las llamadas terapias alternativas son más intuitivas en entender más profundamente lo que la persona necesita y se esfuerza por integrar los tres centros vitales: racional, emocional e instintivo, teniendo claro que la enfermedad no se cura sólo con medicamentos. Lo realmente importante es llevar un estilo de vida que salte por encima de una alimentación aberrante, de ese ambiente estresante centrado en el poder, el prestigio y el dinero y volver la mirada hacia nuestro interior, escucharnos por dentro y hacer presente la frase "el cuerpo sabe". A pesar de no vender tanto, genera más beneficio.

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