Hospital de campaña

Las ideologías son pasajeras, pero las realizaciones siempre quedarán para las generaciones futuras

En todo conflicto bélico que se desarrolle siempre han de planificarse los hospitales de campaña, como punto neurálgico para el descanso y recuperación de los combatientes. Pero cuando estos episodios concluyen, los hospitales se desmontan y las infraestructuras desaparecen. Hoy en día volvemos a sentir como las necesidades sanitarias de una región son analizadas y sometidas al debate político, quizás con la esperanza de que alguna de las ideas fructifique en realidades ciudadanas. Pero existe la sospecha siempre latente de que puedan no llegar a buen puerto.

Tras el anuncio por parte del PP de la reapertura del medio milenario hospital Pascual, como instalación sanitaria ubicada, sorprendentemente, en Málaga Este, el reequilibrio territorial de la ciudad vuelve al centro del debate. Es una pena que el PSOE no se haya comprometido rápidamente para llevar una línea de Metro hasta él, como parece imprescindible en el caso del tercer hospital, pero el problema es que ya lo hizo hace muchos años y de ella nunca más se supo. La línea 3, o línea del Centro al Palo, duerme hoy el sueño de los justos porque hay partes de esta ciudad que, a lo sumo, se les puede conceder un hospital, aunque sea reciclado.

En este tema de las infraestructuras ferroviarias cabe pensar cómo se va a comunicar el proyecto de una Exposición Universal en el 2027 con el resto de Málaga. Es evidente que aeropuerto, estación de ferrocarril y puerto deberán estar intensamente conectados con este lugar. Por tanto, sobre los antiguos terrenos del amoniaco debería reflexionarse si merece la pena recuperar el antiguo trazado del tren que les suministraba nuevos materiales y extraía la producción finalizada. Dicha conexión podría suponer una nueva línea ferroviaria, sin grandes complejidades urbanísticas, pero con una importancia para el transporte ciudadano y de mercancías incalculable.

Es lógico que en estos tiempos de campaña a nuestros políticos les dé por ofrecer pero, como contrapartida, a los ciudadanos nos dará por pedir. Este pacto entre ambos siempre puede llevar a que las infraestructuras prometidas pasen a ser realidades prometedoras, de ahí que nuestros votos, los da cada uno de nosotros, sean magníficas armas que prestar si se cumplen los proyectos. Porque las ideologías son pasajeras y pueden cegarnos, pero las realizaciones siempre quedarán para las generaciones presentes y futuras.

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