Increíble que nieve en invierno

Hay muchos que siguen esperando a que el Estado venga a limpiarle la puerta de su casa

Hace unos días podíamos leer la historia de un agricultor toledano, Rubén López, que un día antes de la gran nevada había comprado 30.000 kilos de sal y el complemento quitanieves para su tractor. Desde ese día este visionario no ha dejado de trabajar para todos los ayuntamientos de su zona, ya que no disponían de ninguna maquinaria de este tipo, limpiando calles y plazas por doquier. Él siguió las indicaciones de los científicos que saben del clima, la Agencia Española de Meteorología, y se preparó para lo que iba a ocurrir. Solo de pensar que ésta fuera la forma de actuar de muchos mandatarios, otro gallo nos cantaría.

Curiosamente algunos de los que opinaban sobre Rubén lo criticaban por aprovecharse de las circunstancias y por hacer negocios con la desgracia ajena. Es evidente que la envidia española no tarda mucho en surgir, porque la respuesta es muy simple ¿a alguien se le había prohibido equiparse ante tan esperables condiciones climatológicas? Como evidentemente no ha sido así, es lógico que destinemos nuestros reproches a todos aquellos que no se prepararon para lo peor y que hoy, en vez de resolver la situación, dedican su tiempo a insultar al contrincante político para ocultar su incapacidad. Pensemos como las calles de los pueblos de Toledo se han despejado gracias a Rubén, mientras el Aeropuerto de Barajas, con cientos de máquinas quitanieves a su servicio, ha demostrado una descoordinación sin precedentes, con una paralización aérea internacional apabullante y, a pesar de todo, la empresa concesionaria de este servicio aún no ha sido desautorizada.

Mientras tanto hay muchos que siguen esperando a que el Estado venga a limpiarle la puerta de su casa. Esta dependencia entre los ciudadanos y la administración, que se ha ido acrecentando en España durante los últimos años, es uno de los principales problemas que hoy nos encontramos. La inexistencia de iniciativas individuales trunca la creatividad e impide la creación de nuevos sectores empresariales que puedan traer trabajo y prosperidad. Porque si queremos un empleo de calidad no podemos eternizarnos en el sueldo mínimo interprofesional ni en las ayudas de emergencia social. Estas iniciativas sociales deben ser superadas para que las personas puedan alcanzar mayores niveles de desarrollo personal y de nivel salarial, de lo contrario la carga al Estado será imposible de mantener indefinidamente.

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