Inicios preocupantes

Las últimas sesiones del Congreso y el Senado adelantan lo que nos espera: la mentira y el insulto

Entramos en zona de turbulencias. Aun antes de que fueran rechazados los presupuestos generales y se fijara la fecha de la convocatoria electoral, se había desatado la ciclogénesis política en la que parecía haber desaparecido cualquier resquicio de racionalidad y de sentido común. Desde que se rescató del diccionario el decimonónico insulto de felón, el debate político viró hacia un festín de descalificaciones que, me temo, sólo parará cuando los ciudadanos den su veredicto en las urnas. En esta degradación de la vida política sería injusto meter en el mismo saco a todos los actores porque, aunque nadie puede librarse de culpa, lo cierto es que algunos saben insultar mejor que otros y se ve que lo hacen con mayor soltura y frecuencia; es de justicia reconocerles de forma individualizada esos méritos. Las últimas sesiones de control parlamentario, tanto en el Congreso como en el Senado, fueron un preocupante adelanto de lo que nos espera: la habilidad dialéctica se reducía a la frase gruesa, la mentira y el insulto ramplón.

Dentro de este torbellino político, cada vez más parecido a la tormenta perfecta, es necesario no despistarse y, por encima del estruendo, analizar los acontecimientos políticos que se van produciendo. Y en estos primeros compases de la campaña es relevante la reubicación permanente de la formación de Albert Rivera, que inició un peregrinaje hacia la derecha que parece no terminar nunca. Ya en su congreso abandonó las raíces socialdemócratas, que inexplicablemente aparecían en sus estatutos, para posteriormente ir ocultando su proclama liberal y pasar a formar parte, sin disfraz y sin complejos, de la derecha tripartita, donde está dispuesto a jugar la partida. Difícilmente puede entenderse en cualquier país de Europa que un partido liberal anuncie que jamás pactará con los socialdemócratas al mismo tiempo que proclama no hacer ascos al apoyo de la extrema derecha. Y esto es lo que exactamente ha hecho C's. Ha renunciado a ser un elemento de equilibrio y ha abandonado el centro político para pasar a formar parte del estridente coro de la derecha en el que no le va a ser fácil diferenciarse. En los primeros compases de la campaña electoral hemos visto consagrarse los dos bloques políticos y la renuncia llamativa de C's a ejercer el papel de equilibrio que normalmente, en Europa ejercen los liberales. Esto, unido al vocerío instalado en el debate, nos presenta un inicio de campaña preocupante.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios