Insomnio

Lo que Sánchez materializó ayer no fue más que el plan B de su dilatado proyecto de investidura

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se han dado prisa en anunciar un preacuerdo de Gobierno de coalición para una legislatura, con diez puntos básicos que no pueden faltar en cualquier manual de progresismo: justicia fiscal (agárrense los cinturones…), cambio climático, género, eutanasia y muerte digna, feminismo, el sacrosanto diálogo para Cataluña… Una suerte de Bienvenido Mr. Frankenstein en toda regla, un acuerdo que necesita el refrendo expreso o tácito de casi todos los partidos periféricos con representación en el Congreso, incluidos por supuesto los nacionalistas del PNV y posiblemente los secesionistas de Esquerra (no imaginamos a Ciudadanos en situación de apoyar nada en estos momentos).

En principio, un acuerdo de esta naturaleza entre dos partidos de izquierda no tiene mucho de extraño. Juntos (y a veces revueltos) gobiernan en comunidades y ayuntamientos, y los dos se autodefinen, con cierta petulancia cursi, de partidos de progreso. En Portugal, dirán además, gobierna la izquierda desde hace tiempo y no parece que le vaya precisamente mal, claro Portugal no es España (allí no tienen el conflicto territorial que sufrimos todos los días aquí y su ascendiente anglosajón les ha dado un punto de pragmatismo que aquí siempre nos falta) ni Pedro Sánchez es António Costa.

En realidad, Sánchez hace ahora lo que debía haber decidido desde el principio, si no fuera por su empeño abusivo de gobernar solo, sin Iglesias, lo que se corresponde con su propia e inusual forma de llegar a la presidencia del Gobierno de la mano de nacionalistas e independentistas. Lo que materializó ayer no fue más que el plan B de su dilatado proyecto de investidura, aunque tengan que tragarse (empezando por sus inquietos barones, cuya tierra empezarán a ver mover debajo de sus pues) a Pablo Iglesias como vicepresidente. Debe ser divertido ver los viernes a la Calviño sentada de Chanel defender sus números para Bruselas delante del nuevo socio con la coleta.

Llegados a este punto, se le ha recordado al presidente aquella frase pronunciada en lastimosa entrevista, cuando decía que ni él ni el resto de españoles podrían dormir tranquilos con un vicepresidente que abjura de la Constitución, rechaza públicamente la monarquía y se muestra partidario de la autodeterminación. No sé qué le habrán recomendado a él, pero mucho me temo que a bastantes nos quedan varias noches de insomnio.

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