La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Inspiración criminal y genocida

Quien copia carteles leninistas y el partido para el que lo hace reivindican el leninismo y sus crímenes

Falange copió un cartel nazi en el que se veía a un fornido mozalbete ario tocando un bombo y tras él otro joven ondeando una bandera con la esvástica. A sus pies corren despavoridos capitalistas y judíos. En la versión española un joven falangista con camisa azul toca el bombo y otro ondea la bandera con el yugo y las flechas. El lema del cartel español dice: "¡Alístate! La tradición frente al privilegio capitalista". En otro cartel nazi se ve a un alemán barriendo a ratas judías, motivo utilizado en el documental El judío eterno fundiendo planos de judíos y de ratas.

De esto hace más de 70 años. Como cada totalitario copia a sus referentes, un siglo después de la revolución de octubre la CUP ha copiado un cartel leninista para la campaña del referéndum de octubre. Su autor ha dicho: "Mi idea ha sido recrear un antiguo cartel soviético en el que Lenin barre a los zares, representantes de la Iglesia y otros potentados, llevándolo a la actualidad española". En esta actualización una chica barre al Rey, Rajoy, Aznar, el obispo Rouco, Florentino Pérez, Ana Patricia Botín y a otras malignas figuras de la política democrática, la Iglesia y el capital.

En 2017 nadie ignora lo que significó el barrido de Lenin: asesinatos en masa y deportaciones al Gulag. Pero no importa: sigue funcionado la inteligente estrategia postestalinista del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (febrero de 1956) de desculpabilizar a Lenin y a Khrushchev, cuando Lenin fue un criminal de guerra y un genocida, y Khrushchev un sanguinario colaborador de la Gran Purga que alcanzó su siniestra cumbre entre 1937 y 1938, para hacer recaer todas las culpas sobre Stalin y su camarilla (previamente cantado como libertador padre de los pueblos por Alberti, Neruda y muchos otros intelectuales occidentales que arrastran una culpa perdonada similar a la no perdonada de Heidegger con Hitler).

Quien copia hoy carteles leninistas y el partido para el que lo hace no ignoran lo que fue el leninismo: lo asumen, reivindican y hacen suyo. Están en su derecho. Pero también lo estamos los demás de no ignorar lo que la historia ha documentado sobre el leninismo. El éxito de la operación de 1956 logró que más de 50 años después les dé vergüenza llamarse estalinistas, pero no leninistas. Afortunadamente, la historia, como razón despierta que desenmascara monstruos, pone las cosas en su sitio.

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