Cuchillo sin filo

francisco Correal

Jándalos

INVIRTIÓ el camino de los montañeses, chicucos, foramontanos o jándalos, que todos esos nombres recibían aquellos imberbes aventureros de la Montaña que tras la pista de un pariente planeaban cruzar el Atlántico y se quedaban en Andalucía. De ahí probablemente el vocablo jándalo, hermoso barbarismo de jandaluces inmortalizado en un libro por Gerardo Diego, que compartió el Cervantes con Borges y se hizo él mismo jándalo por su amistad con Juan Belmonte.

Santi F. Fuertes, montañés de cuna, llegó a Sevilla desde México y lo enterraron ayer en Torrelavega. El revés de la trama. Su esquela venía en El País, el periódico en el que lo conocí, dos páginas antes de la portadilla de deportes con los goles de Messi, Neymar y Suárez al Paris St. Germain. Santi era muy futbolero y uno de sus cometidos cuando llegó a la delegación de Andalucía era hacer las crónicas de los dos equipos de Sevilla, ciudad donde pululan bares consulares de montañeses: Duque, San Lorenzo, El Sardinero, Flor de Toranzo, Laredo, Goma, éste junto al cementerio de San Fernando para que liben las almas en pena.

Cuando llegó Santiago a El País, al frente de la delegación estaba Román Orozco, un periodista al que le gustaba enviar a los sitios a gente que nunca antes hubiera estado allí: de esa forma Javier Sampedro estuvo de enviado especial en El Rocío y a Santi Belausteguigoitia lo mandó a la Feria de Abril. Yo mismo cubrí la Vuelta Ciclista a Andalucía el año que reaparecía Lance Amstrong. A Santi Fuertes, recién llegado de la Nueva España, nombre del México virreinal y de un periódico de Oviedo, no hizo falta proponerle ningún destino ignoto. La actualidad se lo preparó: sus dos primeros meses de estancia en Andalucía los pasó en Banjul, capital de Gambia, siguiendo puntualmente la retención de un grupo de marineros de Huelva por faenar en aguas extraterritoriales. Chicuco superlativo, este montañés con aspecto de montañero, ademanes de Hemingway, llegó a Andalucía por el cuerno de África y en Gambia conoció a Biri-Biri, el ídolo de los sevillistas que era alcalde de Banjul y colaboró para la liberación de los marineros.

Como buen jándalo, Santi abrió un bar en Sevilla. El legado de Salva, que allí arriba estará tan incrédulo como nosotros. Llevaba a sus hijos al colegio España, el único que hay en el parque de María Luisa. Descanse en paz.

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