Tinta con limón

josé L. Malo /

Los Jeques de Málaga

CHOVINISMO: la fotografía del mismo alma y, como sucede con cada instantánea, tiene un problema quien no sabe darse cuenta de la importancia de ser o no fotogénico.

Ser malagueño es una sensación genial. Y más aún con la suerte de poder saborearlo en la propia ciudad, de esquivar exilios laborales. Y ser malagueño no es sólo decir que te encanta tu ciudad; hay que criticarla con cariño cuando se desvía para que reencuentre su camino; hay que levantarla cuando la bombardean desde fuera, o desde dentro; hay que defender su idiosincrasia, sus nove, su Carnaval y su Semana Santa; hay que aceptarla aunque convivan con una diferencia tan extrema los que ven un mero centro comercial en lo que otros entienden un reconocimiento a María Zambrano. A Málaga hay que quererla en su fundamentalismo geográfico, un tipo que piensa que pasea por Torre del Mar mientras el que está enfrente lo mira como un veleño más; en esa metaciudad que hace que un barrio sea demasiado poco título para El Palo o Churriana.

Pero Málaga también pare sus propios enemigos, no hace falta mirar hasta Sevilla para irritarse. Cada trono lleva bajo su palio al boicoteador de la Casa Hermandad; aficionados que desde la butaca del Cervantes sólo saben aplaudir clavan puñales a un Carnaval que parece un muñeco vudú. Ni el propio Málaga CF se libra de ellos. El Málaga, un equipo huérfano porque su padre, el Club Deportivo, murió desangrado viendo cómo sus vecinos eran incapaces de sacar a flote las acciones que le habrían devuelto a la vida. Al-Thani, Fernando Sanz y Serafín Roldán, ninguno malagueño, han sido los presidentes en la última docena de años. Y todos ellos han tenido que escuchar en algún momento la crítica feroz de empresarios autóctonos que ven el fútbol desde la barrera, sin el más mínimo intento de donar su sangre blanquiazul. Porque no la tienen, todo es de boquilla. Ni siquiera el último presidente malagueño, Fernando Puche, por más que viviera implicado durante su mandato, lo sufrió al cien por cien. En cuanto el respaldo económico de los Asensio se fue, él recogió sus acciones y pasó por caja. Así que aquí tenemos a Al-Thani, mañana estará otro. Chino, zamorano o zulú. Que lo hará mejor o peor, con más o menos intereses económicos. Pero recordándonos que no hay empresarios con el derecho moral a decirle a los malagueños cómo hacer bien las cosas en Martiricos.

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