Quousque tamdem

Luis Chacón

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'Kennedytos'

Al final va a resultar que la mujer fuerte, verdaderamente moderna y feminista, erala señora Thatcher

El día en el que el joven senador Kennedy contrajo matrimonio con la elegante señorita Bouvier ha pasado a la historia del marketing político. Ellos no serían conscientes de lo que su imagen iba a generar. Pero a nadie se le escapa que desde entonces no hay un solo líder político, varón y relativamente joven, cuyos asesores no pretendan identificar de alguna manera con aquella pareja mítica, plena de estilo y glamour. Lo curioso es que Jackie Kennedy -el primer paso está en tomarse una falsa intimidad con el personaje refiriéndose a él con algún apelativo cariñoso- nunca tuvo una influencia real en la política. Lo suyo fue decorar la Casa Blanca, lucir encantadora en las portadas de las revistas y hacer de exquisita anfitriona de los líderes que visitaban al presidente. Pero, como no votamos cónyuges, mandaba Jack. Notan la cercanía, ¿verdad? Pues eso.

En EE.UU., y no sólo allí, hubo esposas que como Eleanor Roosevelt, tuvieron gran influencia política. Otras, como la señora Wilson tras el accidente cardiovascular de su esposo, ejercieron la presidencia hasta el punto de que la oposición republicana se refirió a ese último año de mandato como el del «gobierno de las enaguas». Sin embargo, el concepto kennedyano de la política está más cercano a la mera imagen que a la más sencilla influencia. Jackie fue la guinda del pastel. Ambos, jóvenes y atractivos. Pero él, inteligente y fuerte; ella, liviana y delicada. No sé si recuerdan aquella vieja frase -en todos los sentidos- que afirmaba que «detrás de todo gran hombre hay una gran mujer». Una gran mujer que no había hecho nada por sí misma más allá de contribuir a la grandeza de su esposo. Frase que las feministas mutaban afirmando que de haber algo sería una mujer sorprendida y que otros, quizá más prosaicos, completaban diciendo que quizá la mujer era tan insoportable que había empujado al hombre a conquistar tierras lejanas por tal de huir de su influencia.

Llama la atención que coincidiendo con el 8 de marzo más multitudinario y reivindicativo de la historia de España, la esposa del presidente del Gobierno abandone su trabajo para ejercer de señora de, el neolíder del PP aparezca de la mano de la suya para celebrar su triunfo y el señor Rivera -autoproclamado líder del feminismo patrio- haga lo propio con la propia. Al final va a resultar que la mujer fuerte, verdaderamente moderna y feminista, era la señora Thatcher.

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