El espontáneo

Juan Cachón Sánchez

Lances difíciles

TU madre sospecha que soy un corruptor de menores. ¡Qué horror! ¿Y no lo eres? Bueno, a veces se me pasa por la mente seducirte y venderte en Estambul por dos camellos. De todas formas, quiero dejar las cosas bien claras. No sea que luego se den mal entendidos y no hay cosa peor que las lenguas viperinas transformen la verdad.

Don Casimiro, dése cuenta de que es muy cabezota y cuando se le mete algo entre ceja y ceja no hay quien le haga entrar en razón. Bueno, déjame a mí este asunto, de lances más difíciles he salido airoso. Pero don Casimiro, usted no sabe lo cabezota que es. En cierta ocasión, se empeñó que los Reyes Católicos no se llamaban ni Isabel ni Fernando, hasta que el párroco de nuestra iglesia la confesó y bajo pena de excomunión la hizo entrar en razón. Por cabezonería con mi padre se apostó que hacía la carrera de Derecho en dos años y la hizo sacando encima varias matrículas de honor, para fastidiar el orgullo de mi padre que era magistrado con el número uno de su promoción, con eso le digo todo.

No hay nada que se le ponga por medio. Tiene una memoria parecida a la que ostentaba nuestro Menéndez y Pelayo, en una noche se aprendió de memoria La Regenta de Clarín.

De todas formas, ahora se ha ido a pasar unos días a NY, quiere comprarse unos guantes de lana en la Quinta Avenida, pero tienen que ser de color fucsia para que hagan juego con su ropa interior y un perfume especial que sólo lo venden allí, que según ella dice le recuerda a los amaneceres de Manila. Aparte de cabezota es muy caprichosa. Por lo visto desde que hizo la primera comunión se le metió en el meollo cantar ópera y hasta que no lo consiguió, no paró. Lo de cantar ópera tuvo que desistir debido a una afonía crónica de resultas de tomar horchata muy fría. Pero lo primero nada más acabar el bachillerato, cuando mi tío mayor que es ingeniero de caminos le presentó a mi padre, lo embrujó de tal forma que a los 15 días se casaban en El Escorial. Mi padre, aunque era magistrado, tenía un aspecto de croupier de un fery boat del Mississippi. Era enjuto, cejijunto y con una incipiente alopecia. Usaba chaleco negro con leontina de oro, los zapatos de charol negro impecables. Padecía de úlcera de estómago y sólo tomaba bicarbonato. Creo que todo ello se debe a las horas de insomnio combatidas con cafeína para sacar las oposiciones. Practicaba la equitación una vez por semana en el Club Puerta de Hierro de Madrid. Y una vez al mes asistía en el Real a la ópera. Otra de sus grandes pasiones, junto con la papiroflexia.

De todas formas cuando deje el trabajo que está usted haciendo, d. Casimiro, podemos coger el coche que tiene mi padre en el garaje y nos vamos de viaje (Italia, Yugoslavia, Grecia, Creta. Si todo es correcto cruzamos el Bósforo y seguimos a Turquía). ¿Cuánto tiempo? Hasta que la muerte nos separe. Entonces no, porque necesito crema de afeitar y cuchillas y espuma de baño. ¿A qué esperamos?

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