Latidos

Vox pretende imponer su propia moral a las mujeres de Castilla-León con medidas que desvelan su fin último

Cuando, hace ahora ocho años, me dispuse a dar carpetazo a mi tesis doctoral, hubo un hecho que me llenó de congoja. Tal y como me habían explicado mis tutores, el trabajo debía culminar con la cita de las fuentes consultadas, diferenciando entre los clásicos textos en papel y los medios digitales. Mi sorpresa fue mayúscula cuando descubrir que los segundos eran abrumadoramente mayoritarios. Ni siquiera la mayoría de los libros editados en papel que había consultado los había leído en su formato impreso. Ocho años después, y tal y como piensan mis alumnos, en San Google está todo. O casi todo. Porque lo único que no he conseguido encontrar estos días ha sido el texto del protocolo de asistencia a las mujeres embarazadas de Castilla-León. Ese que su vicepresidente dice, con la misma fuerza que su presidente niega, que obligará a los médicos a ofrecer a las mujeres que quieran abortar escuchar el latido del feto y derivarlas a salud mental. El mismo que el gobierno central reclama al autonómico que le facilite y este no le proporciona. Ni a él ni a nadie, a la vista de San Google. Y si no está en la red, no existe. Aunque pueda que lo haga más adelante y pese a que, según sí he podido encontrar, algunas guías apuntan a que la evaluación con Doppler en esas primeras semanas puede resultar peligrosa para el feto. Lo que resulta un contrasentido con la defensa de la vida que vicepresidente de Vox proclama. Salvo que la dé por perdida y que lo que en el fondo pretenda no sea más que presionar a las mujeres que, por los motivos que sean y seguramente muy dolorosos, han tomado la decisión de interrumpir su embarazo.

Mientras que el cristiano Occidente lleva cuatro meses escandalizado ante la represión de las protestas de la sociedad iraní, cansada de la imposición de la moral fundamentalista de su régimen, Vox pretende imponer su propia moral a las mujeres de Castilla-León. Y lo intenta con unas medidas que, no siendo originales, desvelan su fin último. El vicepresidente Garcia-Gallardo ha manifestado que le gusta mucho el modelo húngaro, que desde el año pasado obliga a las mujeres a escuchar el latido del feto. La misma medida que dio el estado de Texas antes de prohibir el aborto.

En la red está todo salvo el acuerdo real de la Junta de Castilla-León. Conocerlo zanjaría la polémica y nos permitiría preguntar a Vox por los verdaderos problemas de su comunidad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios