Crónica Personal

Lecciones de Estado

Si Calviño se siente asqueada con Casado, más se sienten muchos españoles con sus socios de Gobierno

El jueves se produjo una escena tensa entre la vicepresidenta Calviño y Pablo Casado, en un acto económico-empresarial al que acudían los dos políticos, y que afortunadamente no vio el Rey Felipe, invitado de honor.

Calviño le reprochó a Casado la virulencia con la que había atacado al gobierno y al PSOE por la mañana en el Congreso, cuando echó en cara a Sánchez la nula reacción ante los casos de prostitución y abusos de menores que se habían dado en centros tutelados de Baleares y Valencia. Calviño le dijo a Casado que estaba "asqueada" por su intervención parlamentaria, a lo que respondió el presidente del PP que no aceptaba que ella le dijera lo que podía decir y lo que no.

La animadversión entre PSOE y Gobierno ya no tiene contención. probablemente porque en las filas socialistas hay preocupación porque ya pasan factura algunas alianzas indeseables, faltan resultados positivos de las más polémicas iniciativas sociales, las cifras económicas no son las prometidas -empezando por aquello de que el recibo de la luz de finales de año sería similar al del 2018- o los frentes que abren cada día los socios de gobierno, que envenenan a gran parte de la sociedad. Por ejemplo, con la situación que sufre el niño de Canet de Mar o el cambalache que se trae el gobierno con la exigencia de Rufián sobre las plataformas digitales y el uso del catalán.

La indignación con que se enfrentó Calviño a Casado no se comprende, no solo porque efectivamente los casos de Baleares y Valencia son de una sordidez que provoca espanto y no se ha visto una reacción inmediata y drástica del gobierno central y de los dos gobiernos regionales, sino porque es inconcebible que a la vicepresidenta le hiera tanto el tono duro del líder de la oposición en una intervención parlamentaria, y sin embargo la bancada azul y la bancada socialista, no se soliviantan cuando diputados como Echenique, Rufián o Aizpurúa, por mencionar solo a los más activos, insultan a quienes no piensan como ellos, atacan al Rey Felipe y mucho más todavía a su padre, tratan de fascistas a quienes defienden la Constitución y callan sistemáticamente cuando se les pregunta por casos de corrupción de sus partidos.

Si Calviño se siente asqueada por cómo se dirigió Pablo Casado a Pedro Sánchez, más se debería sentir cuando son sus socios de gobierno quienes dan constantes motivos para que millones de españoles se sientan agredidos por las amenazas y chantajes de quienes dicen cualquier cosa con la desfachatez del que sabe que el presidente nunca actuará contra ellos.

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