PARECE mentira que coincidiendo con la crisis tenga paralelamente gran auge la cocina y los cocineros. En estos asuntos siempre me acuerdo de Leonardo da Vinci, durante treinta años gran maestro de banquetes en la corte de Ludovico Sforza El moro y, a su vez, jefe de cocina de la taberna Los tres caracoles. Cómo no, Leonardo no se limitó a los guisos, recetas e innovaciones culinarias, sino que abarcó desde el comportamiento en la mesa de Ludovico y sus invitados, a inventar máquinas para amasar, cortar, moler, y hasta una especializada en medir la resistencia de tensión de los espaguetis. De Los modales en la mesa de Ludovico reproduzco este párrafo: "La costumbre de mi señor de amarrar conejos con cintas a las sillas de los convidados a su mesa, de manera que puedan limpiarse las manos impregnadas en grasa sobre los lomos de las bestias, se me antoja impropia del tiempo y la época en que vivimos...". Para que no fuera tan gravosa la prohibición, Leonardo inventó la servilleta, e inmediatamente una máquina para lavarlas y secarlas. ¡Qué tío!