Libertad de expresión

En las redes sociales hay gente normal, opinando libremente y ofreciendo una imagen de su realidad

La gran revolución de las redes sociales quizá haya sido permitir conocer la opinión de muchas otras personas directamente, sin intermediarios, que no es poca revolución. Hasta ahora la única forma de saber qué opinaba de un asunto el resto de paisanos era a través de los medios, que tenían así el control absoluto de un arma muy poderosa. Podían decirte que toda Málaga estaba a favor de construir la cachotorre del puerto, o que la recuperación había llegado ya a los hogares o que en las redes sociales no había más que mentiras y sinvergüenzas. Y uno no tenía otra forma de contrastar eso; por más que te pareciera infame la cachotorre o no llegaras a fin de mes, no tenías modo de saber si uno era la regla o justo la excepción. Éramos mucho más vulnerables en pequeños grupos que en grandes manadas, incomunicados que comunicados, y eso ponía a los medios en una situación muy ventajosa.

Y esto no es una teoría conspiranoica, es una obviedad. Hace unos días Esperanza Aguirre, que no es sospechosa de podemismo, decía en una entrevista que la vicepresidenta no es fuerte en el partido, pero tiene mucho poder en el Gobierno y "en los medios de comunicación". Y todo el mundo sabe quién echó a Pedro J. de su anterior periódico. Sobran los ejemplos, manipularnos ha sido un gran negocio y una inagotable fuente de poder, y ahora obviamente las redes sociales suponen un grave obstáculo para ese lucro. Esa, y no otra, es la gran razón detrás de los ataques furibundos a los tuiteros y a toda esa gente despreciable que supuestamente domina en internet, tratar de proteger su gallina de los huevos de oro. Y naturalmente que en internet hay gente muy censurable, como Cassandra, pero el gran problema para algunos es precisamente que no solo hay gente censurable, hay gente de todo tipo, y a montones. Gente normal y corriente, opinando libremente y ofreciendo una imagen de su realidad sin distorsiones ni sesgos interesados, para todo el mundo. Eso es muy mala noticia cuando tu negocio es precisamente ofrecer una imagen distorsionada e interesada de esa realidad, por encargo. De hecho, tan mala noticia que el negocio puede que no vuelva a levantar cabeza nunca, y no les quede otra salida que empezar a defender la libertad de expresión, pero donde está realmente amenazada. En los medios, no en la redes.

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