Cuando la ferocidad del debate llega al punto de arrojarse los muertos a la cara unos a otros, alguien debería pedir tiempo y parar el combate. Y es que la crispación alcanza su mayor virulencia cuando lo que necesita la sociedad son soluciones a los graves riesgos que nos amenazan. Es evidente que se han cometido errores en la gestión de la pandemia, muchos de ellos inevitables al enfrentarnos a algo desconocido. Pero prefiero creer que todos los responsables públicos han hecho lo que han podido para salvar vidas y evitar contagios. Me niego a pensar lo contrario. La pandemia ha puesto al descubierto las insuficiencias de nuestro debilitado sistema sanitario y de unas residencias de mayores con gravísimos problemas estructurales que, por otra parte, eran sobradamente conocidos.

Es imprescindible y urgente saber qué ha pasado, qué ha fallado y qué no ha funcionado. No como munición contra el adversario político, sino para estar en las mejores condiciones si, como temen los expertos, se produce un rebrote en los próximos meses. Desde luego, también habrá que pedir todo tipo de responsabilidades a quien corresponda, en todos los ámbitos institucionales. Pero siendo eso muy importante, no es lo urgente.

Hace tiempo leí un artículo de Daniel Innerarty en el que decía que los políticos hacen mal cosas que nosotros haríamos peor…. no sé si seguirá pensando lo mismo. Recordé esa cita al leer la noticia del estudio del Imperial College que afirmaba que las medidas de aislamiento habían salvado 450.000 vidas en España. Durante el periodo al que se refiere el estudio, un buen número de expertos constitucionalistas, filósofos, politólogos, opinadores y dirigentes políticos, se opusieron al confinamiento decretadas por considerarlas dictatoriales ya que, según ellos, suponían un recorte inaceptable de nuestras libertades básicas y sobrepasaban lo permitido por el Estado de Excepción. De lo que sólo podemos inferir que si, en lugar del gobierno, las decisiones sobre la pandemia hubiesen estado en manos de esos expertos habrían dejado, con su intransigente defensa de la libertad, un rastro de cientos de miles de cadáveres. No pretendo estar a la altura de mentes tan privilegiadas, pero ¿de verdad creen que entre las libertades protegidas por nuestra Constitución está la de poner en riesgo la salud y la vida de los demás? En palabras de Innerartiy, esos expertos habrían hecho mucho peor lo que los políticos han hecho mal.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios