El PP acaba de descubrir qué es la democracia representativa. El parlamentarismo no es el resultado de un partido de fútbol, que se gana o se pierde, sino el juego de las proporcionalidades. Soraya Sáenz de Santamaría ha vencido en las primarias por un 37% de los votos, pero ha habido un 63% que prefería a otros. Una segunda vuelta entre los mismos votantes habría sido el mejor modo de elegir entre los dos primeros, ella y Casado. Democráticamente, más puro que la elección en el congreso por parte de compromisarios, aunque éstos también fueron elegidos por los votantes. ¿Qué pretendió el PP con este novedoso sistema? Ni idea, aunque el congreso nacional ofrece la oportunidad del acuerdo y la transacción entre varias mayorías, lo que haría un partido más plural y, a la vez, unido. Pero llama la atención que Casado pida un frente de perdedores contra Soraya, que es de lo que ha venido acusando a Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados. El socialista gobierna gracias al ejercicio de la mayoría representativa, del llamado pacto de perdedores. Es el mismo trato que él reclama y el mismo que permitió a Rajoy gobernar, porque lo hizo gracias al apoyo del PSOE. ¿Dejará de defender el PP que gobierne la lista más votada? Interesante, pero a lo real: no den por sabido el voto de cada uno de los 3.134 compromisarios.

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