La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Llamar las cosas por su nombre

La islamofobia asesina no es un problema de momento. La eurofobia, la judeofobia y la cristianofobia, sí

Anteayer detuvieron en Madrid a tres yihadistas. El cabecilla, integrado en el EI, es de nacionalidad marroquí. Ese mismo día un marroquí fue abatido en Bruselas tras intentar provocar una masacre en la estación Central al grito de "Alá es grande". El pasado lunes un francés de origen tunecino que había jurado fidelidad al EI intentó matar a varios agentes de Policía en los Campos Elíseos. Este mismo mes de junio un británico de origen paquistaní, un individuo con pasaporte marroquí y libio, y un ciudadano italiano de origen marroquí asesinaron a 11 personas embistiéndolas con una furgoneta en el puente de Londres y después apuñalándolas en el mercado de Borough; y un argelino que se autodefinió como un soldado del EI atacó a martillazos a un policía ante la catedral de Nôtre Dame. Podría remontarme así, atentado tras atentado, hasta el inicio de este siglo, al 11 de septiembre de 2001 en Nueva York o al 11 de marzo de 2004 en Madrid. Pero no es necesario. Todos recordamos los muchos atentados cometidos, y quiénes, y en nombre de qué, los perpetraron.

También el pasado domingo un ciudadano británico embistió a los fieles que salían de una mezquita londinense asesinando a una persona e hiriendo a diez al grito de "quiero matar musulmanes". Este hecho, tan condenable como los anteriores asesinatos, ha hecho saltar las alarmas sobre la islamofobia con evidente exageración. Porque las autoridades y los ciudadanos europeos están demostrando una gran madurez democrática frente a los ataques islamistas, apelando a la distinción entre la mayoría pacífica y la minoría radicalizada e incluso tolerando hasta extremos difícilmente comprensibles la difusión de mensajes de odio y violencia. Baste recordar el escándalo del documental del Canal 4 británico emitido hace un año en el que los yihadistas -entre ellos, uno de los asesinos del puente de Londres y el mercado de Borough- proclamaban su doctrina en pleno Regents Park. O baste recordar que casi todos los terroristas que han cometido atentados eran conocidos por las policías británica, belga o francesa y se beneficiaban tanto de las garantías legales como de la imposibilidad de controlar al altísimo número de radicales sospechosos o fichados. Así que ponderación. La islamofobia asesina, afortunadamente, no es un grave problema de momento. La eurofobia, la judeofobia y la cristianofobia asesinas, sí.

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