Lotería espacial

¿No ha sido bastante con la pandemia para ahora seguir amenazando al mundo con experimentos de mercadillo?

Hoy la humanidad se siente intranquila con la caída aleatoria y continua de tanta basura espacial. Han sido décadas de investigación y desarrollo intensos para conquistar el espacio exterior, pero el resultado actual es que lo hemos llenado de restos de artefactos que amenazan nuestra propia seguridad. A esta carrera se han sumado empresas y estados que no parece importarles mucho lo que pueda ocurrirnos, como demuestran cada día con la seguridad laboral de sus trabajadores o con la libertad de sus ciudadanos. Es el cóctel perfecto para ensayos espaciales anárquicos, pero con tecnologías sumamente delicadas para el resto de la humanidad.

Cuando la pasada semana se cortaba todo el espacio aéreo del noreste de España por la caída de un cohete chino fuera de control, nadie sabía lo que hacer. Aunque dicho descontrol no fuera tanto técnicamente, ya que la altitud a la que volaba fue incrementada progresivamente para una reentrada posterior en una zona oceánica, la falta de información reinante era atronadora. China no puede pretender que el mundo entero esté temiendo una lluvia de restos espaciales mientras desarrolla sus tecnologías. Es la cuarta vez en dos años que se produce la caída descontrolada de uno de sus cohetes, e insisten en hacerlos cada vez más grandes y por ende más peligrosos. Allá por 2007 este país lanzo el primer misil balístico desde tierra para destruir un satélite en el espacio, demostrando su absoluto desprecio por el respeto a la seguridad internacional. ¿No ha sido bastante con la pandemia para ahora seguir amenazando al mundo con más experimentos de mercadillo?

Por otra parte, Elon Musk se ha pasado varios años desarrollando desde Space-X la reentrada y aterrizaje vertical de cohetes en plataformas marinas o terrestres. Cuando ha logrado afinar esta técnica de bajo coste se ha lanzado a extender la mayor concentración de satélites de comunicaciones existente, llamada Startlink, llevando internet a cualquier dispositivo terrestre tanto fijo como en movimiento. Y la diferencia principal es que, si los satélites habituales se encuentran a 35.000 km de distancia, estos nuevos son más pequeños y numerosos y están a tan solo 550 km. Aunque la probabilidad de que alguno de estos restos alcance la superficie terrestre es mínima, vamos llenando el espacio de objetos que pueden chocar entre si, generando una ruleta rusa de consecuencias impredecibles.

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