Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Machistas-leninistas y otros

Las protestas de las mujeres por desigualdades y agresiones deben estar por encima de campañas electorales

Camilo José Cela insistió en definirse como 'machista-leninista', jugando con la definición de marxista-leninista que algunos partidos aceptaban en su nomenclatura y en una crítica a feminismos excluyentes. En desacuerdo con su tesis creo que tiene actualidad su expresión para ver si el machismo, hoy, es solo una cuestión ideológica o una actitud personal de cada individuo, sea de derecha, más o menos extrema, izquierda, centro o, como dicen los tertulianos faltos de ideas, 'mediopensionista'. Machismo y feminismo son cosas en las antípodas, porque mientras uno trata de imponerse sobre el sexo opuesto, el segundo trata de defenderse de sus históricos intentos supremacistas o, a veces, de las agresiones del otro género, aunque hay minorías imitadoras de lo que rechazan. Los ismos no me gustan demasiado, sobre todo cuando se utilizan como barrera. Hoy, por fortuna, la inmensa mayoría estamos con lo esencial del feminismo, un movimiento imparable basado en la igualdad entre hombres y mujeres en derechos sociales, laborales, oportunidades, reconocimiento de sus aportaciones culturales, científicas, políticas, etc., y participando de la indignación de la violencia de género que sufren las mujeres -violadas, asesinadas, humilladas, en las calles o en sus casas por desconocidos, conocidos y hasta por sus parejas o ex parejas-. Casi un millar de mujeres asesinadas por hombres en los últimos años es auténtico terrorismo machista. No se puede dar un paso atrás y las mujeres, no sólo en los 8-M, tienen que unirse para defender sus derechos, su papel en la sociedad y su seguridad.

Pero tampoco es lógico que entre ellas se creen distinciones entre si son de derechas o izquierdas, como algunas representantes del actual gobierno en funciones han hecho en Madrid, con eslóganes y grotescos saltitos en una manifestación. Como parece inadmisible que este vital movimiento sea utilizado en campaña electoral por partidos de izquierdas y, menos aún, que otros del centro-derecha o de la derecha extrema los critiquen o, incluso, intenten desprestigiarlos. El machismo pervive, por desgracia, en cuanto mantiene una vieja tradición de superioridad inexistente o sumisión, herencia, por cierto, de criterios religiosos, que en algunos países hasta están en sus leyes, como ocurre en los árabes, y aquí mismo no se ha arrancado una visión estrecha y falsa del catolicismo más rancio que pervive en sectores sociales y políticos.

En fin, seamos coherentes con una sociedad en progreso colectivo y superemos sus lacras más abominables. Pero no le pongamos etiquetas como irónicamente hacía Cela: hay machistas-leninistas y machistas-fascistas. Lo grave es cuando el machismo puro y duro se manifiesta en sus más repugnantes acciones.

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